EL CUENTO DE LA BENDICIÓN DE LOS COLEGIOS.
P. Daniel Albarran
Érase una vez la bendición de los colegios y centros de educación escolar, desde preescolar a bachillerato.
Se trataba de la bendición del inicio de año escolar.
El párroco de la comunidad había estado yendo al inicio del año escolar a todos los colegios de su jurisdicción.
Iba de salón en salón, comenzando por las respectivas direcciones de cada colegio y escuelas a bendecir con agua bendita.
Los niños formaban una algarabía cuando sentían que el agua bendita les caía en la cabeza. Y disfrutaban.
Las maestras y profesores también eran bendecidos. Igual, se persignaban y decían amén cuando les caía el agua.
Mientras el párroco iba diciendo:
-- "Dios lo bendiga. ..Dios la bendiga...Dios lo beniga"...a la vez que iba rociando el agua de a uno por uno y de salón en salón.
A medida que iba bendiciendo, ya los muchachos iban repitiendo como en coro, igualmente, "Dios lo bendiga. .. Dios lo bendiga..." y con ello se sumaban a la bendición de sus propios compañeros. ..
Y, al cabo y final de cada salón, todos terminaban bendiciéndose y bendiciendo...
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
martes, 14 de noviembre de 2017
EL CUENTO DE LA BENDICIÓN DE LOS COLEGIOS.
P. Daniel Albarran
Érase una vez la bendición de los colegios y centros de educación escolar, desde preescolar a bachillerato.
Se trataba de la bendición del inicio de año escolar.
El párroco de la comunidad había estado yendo al inicio del año escolar a todos los colegios de su jurisdicción.
Iba de salón en salón, comenzando por las respectivas direcciones de cada colegio y escuelas a bendecir con agua bendita.
Los niños formaban una algarabía cuando sentían que el agua bendita les caía en la cabeza. Y disfrutaban.
Las maestras y profesores también eran bendecidos. Igual, se persignaban y decían amén cuando les caía el agua.
Mientras el párroco iba diciendo:
-- "Dios lo bendiga. ..Dios la bendiga...Dios lo beniga"...a la vez que iba rociando el agua de a uno por uno y de salón en salón.
A medida que iba bendiciendo, ya los muchachos iban repitiendo como en coro, igualmente, "Dios lo bendiga. .. Dios lo bendiga..." y con ello se sumaban a la bendición de sus propios compañeros. ..
Y, al cabo y final de cada salón, todos terminaban bendiciéndose y bendiciendo...
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE LA CATEQUISTA CATEQUIZANDO SOBRE LA FAMILIA
EL CUENTO DE LA CATEQUISTA CATEQUIZANDO SOBRE LA FAMILIA.
P. Daniel Albarran
Estaban todos los niños sentados en el piso del salón de la catequesis.
La catequista les había repartido un trozo de ramas espigadas de las matas del jardín. Cada niño tenía su ramita en la mano.
La catequista les había pedido que cada uno rompiera la rama que tenía. Y, todos en aquella algarabía infantil entre griteríos y juegos rompieron, tal como les había pedido la enseñante. Había sido fácil y rápido.
Todo era carcajadas.
Algunos rompían con más ahínco haciendo muestras de fuerza compitiendo con quien tuviera más poderes.
Acto seguido la catequista repartió varios paqueticos de montoncitos de madera.
Entonces, pidió que con fuerza rompiera cada uno el paquete que tenían.
Empezaron a hacer fuerza, uno por uno.
Algunos decían que ellos si podían. Y hacían fuerza.
Y los montoncitos de madera no se rompían. Volvían a intentarlo y nada que se rompían. Algunos hacían golpes de carateca y todo seguía igual.
Así estuvieron un buen rato hasta que dijeron que era imposible romper porque era muy duro.
Entonces, la catequista catequizó, con las intervenciones de cada uno:
-- Así es la familia.
-- La familia Unida no se rompe.
-- UNIDOS se hace más fuerte.
-- Si estamos sólos. ..se rompe...como el palito que se rompió de primero.
Y, todos iban aportando cosas muy interesantes sobre la fortaleza de la unidad de la familia.
Y, seguían las risotadas y las intervenciones de los niños en ese día, como en otros de la catequesis.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Estaban todos los niños sentados en el piso del salón de la catequesis.
La catequista les había repartido un trozo de ramas espigadas de las matas del jardín. Cada niño tenía su ramita en la mano.
La catequista les había pedido que cada uno rompiera la rama que tenía. Y, todos en aquella algarabía infantil entre griteríos y juegos rompieron, tal como les había pedido la enseñante. Había sido fácil y rápido.
Todo era carcajadas.
Algunos rompían con más ahínco haciendo muestras de fuerza compitiendo con quien tuviera más poderes.
Acto seguido la catequista repartió varios paqueticos de montoncitos de madera.
Entonces, pidió que con fuerza rompiera cada uno el paquete que tenían.
Empezaron a hacer fuerza, uno por uno.
Algunos decían que ellos si podían. Y hacían fuerza.
Y los montoncitos de madera no se rompían. Volvían a intentarlo y nada que se rompían. Algunos hacían golpes de carateca y todo seguía igual.
Así estuvieron un buen rato hasta que dijeron que era imposible romper porque era muy duro.
Entonces, la catequista catequizó, con las intervenciones de cada uno:
-- Así es la familia.
-- La familia Unida no se rompe.
-- UNIDOS se hace más fuerte.
-- Si estamos sólos. ..se rompe...como el palito que se rompió de primero.
Y, todos iban aportando cosas muy interesantes sobre la fortaleza de la unidad de la familia.
Y, seguían las risotadas y las intervenciones de los niños en ese día, como en otros de la catequesis.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
EL CUENTO DEL LOCO Y EL PALO
EL CUENTO DEL LOCO Y EL PALO
P. Daniel Albarran
En un pueblo había un loco. El loco tenía un palo.
La gente caminaba por las calles, y el loco con el palo le pegaba a la gente, así, de repente.
Ya las gentes tenían miedo de salir, porque de cualquier esquina salía el loco con el palo a dar un palazo.
Entonces, muchos estaban muy molestos con el loco y querían darle su merecido.
Pero, un buen hombre dijo que el loco no tenía la culpa.
-- "La culpa no es del loco" --dijo el hombre.
-- "Sino de el que le da el palo".
-- "Sino de el que le da el palo".
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA HISTORIA DE DOS MUJERES
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA HISTORIA DE DOS MUJERES
P. Daniel Albarran
Cuentan los libros sagrados que una familia recibió la visita de Jesús de Nazaret. Muchas ya lo habrían hecho antes, y otras lo harían después.
El caso es que la historia cuenta que en este caso en concreto, había dos mujeres, y cada una recibió a su manera la visita.
Una hacía y hacía y quería atender lo mejor posible para atender la visita. Era importante que se fueran contentos. Eso implicaba todo tipo de atención.
La otra mujer, y que eran hermanas, no hacía sino conversar y conversar con los visitantes.
Y estaba muy a gusto.
Y estaba muy a gusto.
Entonces, la que hacía y hacía, se incomodó y llamó la atención sobre la que estaba sólo conversa que conversa, y dijo, que, por favor, le ayudara.
Y, ¿saben, qué pasó?
Jesús le dijo a la que hacía y hacía, y pedía que la hermana hiciera lo mismo, le dijo que "tranquila", que "no haga problema", que la conversación estaba muy buena, y que lo más importante era conversar.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE UNA REALIDAD QUE NO ES CUENTO
EL CUENTO DE UNA REALIDAD QUE NO ES CUENTO
P. Daniel Albarran
Llegaron tempranito, en la mañana, las señoras de la parroquia que hacen de Ministras Extraordinarias de la Eucaristía.
Igual, que todos los primeros viernes de mes, vienen a llevar la comunión a los enfermos de la comunidad parroquial.
Se reunieron, primero, en la sala de la casa-parroquia a tomar un café recién hecho. Café sin azúcar porque así están las cosas.
-- Que ya llegó la bolsa del clap -- fue el tema matutino de conversación. Y cada una iba aflorando sus preocupaciones respecto al pan de cada día y lo complicado de la realidad real y lo triste de ella.
Después fueron al Santísimo a sus oraciones de escogidas y enviadas en tan grande servicio de amor y caridad.
Y, así, con esa tarea se fueron, luego, a llevar a otros la alegría del amor sacramental y sacramentado.
Amén.
Y, colorín-colorado....
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA PARÁBOLA DEL VIEJO Y SUS DOS MUCHACHOS
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA PARÁBOLA DEL VIEJO Y SUS DOS MUCHACHOS
P. Daniel Albarran
Érase una vez un señor que tenía dos hijos. Uno de ellos quería irse de la casa y le pidió lo suyo para irse.
El señor, que era muy respetuoso, respetó la decisión de su hijo, y lo dejó que se fuera, dándole lo que le pedía, hasta el permiso de irse.
Y le dio su bendición.
El muchacho sabia que su papá era chévere y comprensivo, por eso había idbo a hablar con él.
Mucho tiempo después el muchacho quiso volver. Y sin ninguna pena ni ningún intermediario decidió regresar y utilizó la misma forma cuando se fue: hablar con el señor su papá.
Así lo hizo.
Volvió a conversar con su papá, quien, igualmente, conversó con su hijo.
Y, nada de lamentar sucedió. Todo porque conversaron, y se entendieron. Lo mejor de todo es que no hubo intermediarios.
Y, colorin-colorado; este cuentose ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE LO QUE HACÍA UNA SEÑORA CUANDO LA CHISMOSA DEL PUEBLO IBA A SU CASA
EL CUENTO DE LO QUE HACÍA UNA SEÑORA CUANDO LA CHISMOSA DEL PUEBLO IBA A SU CASA
P. Daniel Albarran
Érase una vez una señora muy sabía en un pueblo.
Y había, también, una señora que iba de casa en casa llevando chismes y rumores, al estilo de Macondo, pueblo de la imaginación de un escritor.
Había familias que esperaban todos los días a la señora que llevaba y traía los chismes. Así como llevaba a esta casa, llevaba de esa casa, y así te todas llevaba y de todas tomaba para su repertorio cada vez más aumentado. Siempre era después de misa, pues también el señor párroco era parte de lo que tenía que repartir en la ingesta de noticias.
Las gentes gozaban morbosamente lo que esta señora decía de las otras familias, aún a sabiendas de que también de donde estaba hablaría en la siguiente casa.
La señora sabía del pueblo, apenas llegaba la mujer de los chismes a su casa, le servía un plato bien resuelto de comida y una buena taza de café recién hecho. Y le decía:
-- Coma bien. Usted necesita mucha fuerza para hacer su trabajo. Coma.
Y no dejaba que le contara absolutamente nada. Y, en esa casa, la de la mujer sabía, no se enteraban de nada porque ella le pedía con autoridad que no le contara nada de nada.
Y la mujer sabía vivía tranquila y en paz y quería a todo el mundo, aún cuando de ella también se hablara por el buen trabajo de la otra. Y su cara reflejaba serenidad y se veía bonita. No así con la otra señora...
Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
sábado, 19 de agosto de 2017
EL CUENTO DE LOS EFECTOS DE CONTAR CUENTOS
EL CUENTO DE LOS
EFECTOS DE CONTAR CUENTOS
P. Daniel Albarrán
Se estaba en una de contar cuentos, porque también se cuentan
penas, y no son cuentos; o se cuentan números, y es otro tipo de cuento que es de
cuentas… estando en esas, saltó sorpresivamente una dama, y dijo:
-- ¡Hola. Buen día!…!Yo también tengo un cuento no se si del
mismo personaje, pero como que ha sido muy popular!… --- y todos ya habían
puesto en ella su atención.
-- Era un señor – dijo la dama segura de su intervención y
aporte -- que vivía en un campo con un burro y un perro.
Resulta que tiene que llevar un encargo a otro pueblo, que
quedaba al otro lado de la montaña. Al burro le montó la carga ese día muy de mañana y se fue a su encargo,
junto con su perro.
A medida que iban subiendo la montaña el burro iba perdiendo
fuerza, porque la carga era muy pesada, entonces el señor le daba palo, o sea
le pegaba para que no se parara hasta que llegó el momento que el burro se
volteó y le dijo:
-- ¡Cónchale, vale, no me pegues más, no ves que la carga
está muy pesada!
El señor y el perro se quedaron viéndose, y pegaron una
carrera larga hasta llegar exhaustos mas arriba cansados.
El señor y el perro se quedaron viéndose cuando de pronto,
el perro ve de cerca al señor y le dice:
-- ¡Oye amigo tronco
de vaina que nos hecho ese burro!
-- Disculpe los errores de narración – dijo, entonces, la
contadora de este cuento y se sentó.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
jueves, 17 de agosto de 2017
EL CUENTO DEL BURRO Y LA TIERRA
EL CUENTO DEL BURRO Y
LA TIERRA
P. Daniel Albarrán
Un día, el
burro de un campesino se cayó en un pozo.
El animal
lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de sacarlo sin
éxito.
Finalmente el
campesino decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y
necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar el
burro.
Invitó a
todos sus vecinos para que vinieran a ayudarlo. Todos tomaron una pala y empezaron
a tirar tierra al pozo.
El burro se
dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente.
Luego, para
sorpresa de todos, se tranquilizó. Después de unas cuantas paladas de tierra,
el campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio…
Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble… Se sacudía
la tierra y daba un paso hacia arriba… mientras los vecinos seguían echando
tierra encima del animal, él se sacudía y daba un paso hacia arriba.
Pronto todo
el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por
encima del borde y salió trotando…
Y, colorín-colorado;
este cuento se ha acabado.
Fin.
martes, 15 de agosto de 2017
EL CUENTO DE LOS TRES DISCURSOS DEL PREFECTO CON FAMA DE BRUTO
EL CUENTO DE LOS TRES DISCURSOS DEL PREFECTO
CON FAMA DE BRUTO
P. Daniel Albarrán
Érase una
vez un hombre muy bruto que había ganado las elecciones de prefecto del pueblo.
Las gentes
curiosas se habían propuesto asistir a los tres primeros discursos que daría el
nuevo prefecto, para ver qué iba a decir, pues su fama era de ser muy bruto.
Así, en el
primer discurso el prefecto dijo:
-- ¡Ciudadanas
y ciudadanas...! – carraspeó y siguió -- ¡Espero que me entiendan!
Y toda la
gente contestó a una: ¡Siiiiiiiiiii…..!
Entonces,
dijo, el nuevo prefecto:
-- ¡Si me
entienden!… ¿Entonces, para qué hablo? – Y no habló más.
La gente
quedó sorprendida, y dijo volver al día siguiente, pero con la condición que
cuando el prefecto dijera lo mismo, todos iban a decir que no. Así fue.
Segundo día:
-- ¡Ciudadanas
y ciudadanas...! – carraspeó y siguió -- ¡Espero que me entiendan!
Y toda la
gente contestó: ¡Nooooooo…..!
-- ¡Si no me
entienden!… ¿Entonces, para qué hablo? – Y tampoco habló más ese día.
Entonces,
las gentes se dijeron que para el tercer día, unos irían a decir que no, y
otros que sí, para ver qué iría a decir en semejante apuro el nuevo prefecto.
Tercer día:
-- ¡Ciudadanas
y ciudadanas...! – carraspeó y siguió -- ¡Espero que me entiendan!
Y algunas
de las gentes contestó: ¡Nooooooo…..! Y, otro grupo: ¡Síiiiiiiii….!
Entonces,
el nuevo prefecto, con fama de bruto, dijo:
--- Bueno:
los que entienden que les expliquen a los que no entienden.
Y, tampoco
dijo nada…
Y,
colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
lunes, 14 de agosto de 2017
EL CUENTO DE LA PROCESIÓN DEL SANTO Y DEL BURRO DONDE IBA EL SANTO
EL CUENTO DE LA PROCESIÓN DEL SANTO Y DEL BURRO DONDE IBA EL SANTO
P. Daniel Albarran
Érase una vez una procesión de la imagen de un Santo que estaba siendo llevada de pueblo en pueblo.
La imagen iba llevada sobre el lomo de un burro. Y, como era de esperarse todas las atenciones giraban en torno al burro, que ya se había hecho famoso.
El burro recibía todos los cuidados en cada pueblo. No podía faltar el pasto y la comida del burro, cosa que habia que preveer para poder llegar al siguiente pueblo, pues no se llevaba al santo si el burro no tenía garantizado su alimento.
Junto con el burro había una comitiva en función del burro: había quien llevaba de cabresto al burro, quien bañaba al burro, quien peinada su pelaje; y así, toda una comitiva.
Al burro no podía ni faltarle nada ni pasarle nada; tampoco a la comitiva.
En caso de cualquier eventualidad, entonces, el pueblo donde sucediera se hacía absolutamente responsable.
Era un gran compromiso y una grande responsabilidad llevar al santo a cada pueblo. Y, era una obligación porque asi lo habían dispuesto los que habían organizado la procesión del Santo.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
sábado, 12 de agosto de 2017
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA PARÁBOLA DEL VIEJO Y SUS DOS MUCHACHOS
EL CUENTO EN FORMA DE CUENTO DE LA PARÁBOLA DEL VIEJO Y SUS DOS MUCHACHOS
P. Daniel Albarran
Érase una vez un señor que tenía dos hijos. Uno de ellos quería irse de la casa y le pidió los suyo para irse.
El señor, que era muy respetuoso, respetó la decisión de su hijo, y lo dejó que se fuera, dándole lo que le pedía, hasta el permiso de irse.
Y le dio su bendición.
El muchacho sabia que su papá era chévere y comprensivo, por eso había idbo a hablar con él.
Mucho tiempo después el muchacho quiso volver. Y sin ninguna pena ni ningún intermediario decidió regresar y utilizó la misma forma cuando se fue: hablar con el señor su papá.
Así lo hizo.
Volvió a conversar con su papá, quien, igualmente, conversó con su hijo.
Y, nada de lamentar sucedió. Todo porque conversaron, y se entendieron. Lo mejor de todo es que no hubo intermediarios.
Y, colorin-colorado; este cuentose ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un señor que tenía dos hijos. Uno de ellos quería irse de la casa y le pidió los suyo para irse.
El señor, que era muy respetuoso, respetó la decisión de su hijo, y lo dejó que se fuera, dándole lo que le pedía, hasta el permiso de irse.
Y le dio su bendición.
El muchacho sabia que su papá era chévere y comprensivo, por eso había idbo a hablar con él.
Mucho tiempo después el muchacho quiso volver. Y sin ninguna pena ni ningún intermediario decidió regresar y utilizó la misma forma cuando se fue: hablar con el señor su papá.
Así lo hizo.
Volvió a conversar con su papá, quien, igualmente, conversó con su hijo.
Y, nada de lamentar sucedió. Todo porque conversaron, y se entendieron. Lo mejor de todo es que no hubo intermediarios.
Y, colorin-colorado; este cuentose ha acabado.
Fin.
sábado, 5 de agosto de 2017
EL CUENTO DEL HOMBRE Y LOS CINCO BURROS
EL CUENTO DEL HOMBRE Y LOS CINCO BURROS
P. Daniel Albarrán
Érase una vez un hombre que tenía que llevar
cinco burros de un pueblo a otro pueblo.
El hombre antes de emprender la travesía contó
los burros, y la cuenta estaba completa: había cinco burros.
Entonces, el hombre se montó en uno de los
burros, y dio la orden de “arre” a todos los demás burros, y empezó su tarea.
Al cabo de un rato, el hombre dio orden de
parar y todos los burros se detuvieron. Y, el hombre, montado en el burro en
que iba, empezó a contar, y faltaba un burro: solo había cuatro, según su
cuenta.
Se asustó, porque faltaba un burro. Contó y
volvió a contar.
Entonces, se desmontó del burro donde iba y
volvió a contar: estaban completos los burros: había cinco.
Y, así hizo varias veces, y siempre le daba la
cuenta de cuatro burros, cuando contaba desde el burro donde iba; y cuando
contaba desmontado, le daba cinco.
Al fin llegó a donde iba, y entregó los cinco
burros completos.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
jueves, 3 de agosto de 2017
EL CUENTO DE LA PÉRDIDA DE ESPERANZA.
EL CUENTO DE LA PÉRDIDA DE ESPERANZA.
P. Daniel Albarran
Se fueron un día tres mujeres al mercado a comprar las hortalizas y demás cosas para abastecer a la familia de buena sazón en la comida.
Ellas eran María Encarnación, María del Carmen y María Esperanza. Eran conocidas por las tres Marías. Y cada cual las llamaba por su segundo nombre.
El encargo de ese día era que estuvieran juntas para todo y que no se separaran, pues con el tumulto era fácil perderse.
Al cabo de un rato, las otras dos Marías habían notado que faltaba María Esperanza. Y no sabían qué se había hecho ni dónde se había quedado.
Después de esperar y esperar las otras dos decidieron regresar a la casa. Eran ellas, la del Carmen, la Encarnación; ya que en el mercado se había perdido la Esperanza.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Se fueron un día tres mujeres al mercado a comprar las hortalizas y demás cosas para abastecer a la familia de buena sazón en la comida.
Ellas eran María Encarnación, María del Carmen y María Esperanza. Eran conocidas por las tres Marías. Y cada cual las llamaba por su segundo nombre.
El encargo de ese día era que estuvieran juntas para todo y que no se separaran, pues con el tumulto era fácil perderse.
Al cabo de un rato, las otras dos Marías habían notado que faltaba María Esperanza. Y no sabían qué se había hecho ni dónde se había quedado.
Después de esperar y esperar las otras dos decidieron regresar a la casa. Eran ellas, la del Carmen, la Encarnación; ya que en el mercado se había perdido la Esperanza.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
TODO ES UN SUEÑO..
TODO ES UN SUEÑO...
P. Daniel Albarran
Sábado 29 de julio
Todo es un sueño. Y todo comienza con un sueño.
Adán no estaba contento en El Edén. Entonces, Dios le mandó un sueño letárgico...y de una de sus costillas sacó a la mujer, a Eva. Y, Adán se puso contento.
El Faraón de Egipto soñó con catorce vacas: siete eran flacas y siete eran gordas. José, el Israelita, le interpretó el sueño.
Jacob tuvo un sueño con unas escaleras por donde subían y bajaban los ángeles. Y, en ese sitio, Jacob hizo un altar.
Samuel en sueños fue llamado tres veces.
José de Nazareth tuvo varios sueños en relación al niño Jesús. E, hizo lo que le decían en sueños.
Simón Bolívar tuvo un sueño en El Chimborazo.
Martín Luther King tuvo un sueño sobre la igualdad social.
Hasta el cantante tuvo un sueño y lo dijo cuando dijo que "anoche soñé contigo...soñaba cosas bonitas..." y no dijo qué cosas.
Y, en esta realidad, nadie ha manifestado que ha soñado.
¿Será que en esta noche de esta noche alguien tendrá un sueño, y mañana domingo no sea más que un trasnocho?
Ayyyyyyyy..... habrá que comer un mondongo o algo pesado que nos haga soñar esta noche del sábado de vísperas de La Constituyente. ..
EL CUENTO DEL BURRO Y LA GURUPERA
EL CUENTO DEL BURRO Y LA GURUPERA
P. Daniel Albarrán
Se llamaba Adelaida.
Era una señora muy simpática y refranera.
Su conversación era chispeante de buen humor, y se caracterizaba por encontrarle a todo el lado bueno, aún cuando, de vez en cuando, se dejaba invadir por cierta nostalgia y desánimo. Pero, era muy conversadora, y eso le favorecía para levantar cualquier estado anímico adverso.
Era muy agradable conversar con ella.
Sus ojos se llenaban de cierta picardía bonita y contagiaba con esa dulzura de madre y mujer, dos elementos de una misma esencia femenina que en ella resaltaban de manera espontánea.
-- ¿Cómo está, señora Adelaida? – le preguntaba su amigo que la visitaba semanalmente.
-- ¡Como tres en el anca de un burro, y con la gurupera corta! – decía de inmediato Adelaida, son su típica belleza espontaneidad.
Y, todo se inundaba de carcajadas y de cosa bonita con aquella jocosidad y sencillez.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
lunes, 24 de julio de 2017
EL CUENTO SOBRE EL CAMINO CULEBRERO
EL CUENTO SOBRE EL CAMINO CULEBRERO
P. Daniel Albarran
Érase una vez un viejito.
Caminaba encorvado y utilizaba un bastón para poder caminar.
Sus cabellos eran blancos como la nieve. Y su voz se entrecortaba por la tos que, a veces, no lo dejaba hablar.
Tenía ocho nietos que iban todos los días a visitarlo.
Los muchachitos jugaban a su alrededor y muchas veces le hacían perder la paciencia al viejito. Sin embargo, los muchachitos seguían en sus correrías.
-- "El camino es CULEBRERO, mis hijos" -- les decía el viejito, para enseñarles que las circunstancias cambian y los sujetos son siempre los mismos en distintas edades. Y que se es el mismo siempre.
Los años fueron pasando y aquellos chiquillos recordaban la voz cansina del abuelo, y empezaban a entender que el viejito tenía razón.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un viejito.
Caminaba encorvado y utilizaba un bastón para poder caminar.
Sus cabellos eran blancos como la nieve. Y su voz se entrecortaba por la tos que, a veces, no lo dejaba hablar.
Tenía ocho nietos que iban todos los días a visitarlo.
Los muchachitos jugaban a su alrededor y muchas veces le hacían perder la paciencia al viejito. Sin embargo, los muchachitos seguían en sus correrías.
-- "El camino es CULEBRERO, mis hijos" -- les decía el viejito, para enseñarles que las circunstancias cambian y los sujetos son siempre los mismos en distintas edades. Y que se es el mismo siempre.
Los años fueron pasando y aquellos chiquillos recordaban la voz cansina del abuelo, y empezaban a entender que el viejito tenía razón.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO SOBRE LO RELATIVO DEL TOQUE DE PIANO.
EL CUENTO SOBRE LO RELATIVO DEL TOQUE DE PIANO.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un niño que tocaba el piano, de día y de noche.
El muchacho tocaba y tocaba las mismas teclas y su sonido daba para una controversia entre el padre del niño y los vecinos.
Los vecinos decían que aquel sonido, aún a la medianoche, o al mediodía, era un tormento auditivo insoportable. Era, según ellos, contaminación.
El padre del niño, sin embargo, decía que su criaturita era un genio en bruto y en potencia, y que los vecinos eran unos desconsiderados, además de brutos, que no sabían nada de música.
Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un niño que tocaba el piano, de día y de noche.
El muchacho tocaba y tocaba las mismas teclas y su sonido daba para una controversia entre el padre del niño y los vecinos.
Los vecinos decían que aquel sonido, aún a la medianoche, o al mediodía, era un tormento auditivo insoportable. Era, según ellos, contaminación.
El padre del niño, sin embargo, decía que su criaturita era un genio en bruto y en potencia, y que los vecinos eran unos desconsiderados, además de brutos, que no sabían nada de música.
Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
viernes, 21 de julio de 2017
EL CUENTO DE EL PUEBLO DONDE NO LLOVÍA
EL CUENTO DE EL PUEBLO DONDE NO LLOVÍA
P. Daniel Albarran
Cuentan que en un pueblo de Italia (un piccolo paese) hacía tiempo que no llovía.
Las gentes estaban muy angustiadas porque las cosechas y los cultivos no prosperaban. Los animales de cría estaban enflaquecidos. Y la economía del pueblo, ese año, estaba en números negativos.
Entonces, decidieron pedir al párroco que celebrara una misa pidiendo a Dios la lluvia. Y todos los habitantes fueron a la Iglesia el día y la hora acordados.
Al comenzar la liturgia, el párroco les dijo a las gentes reunidas que para qué pedían una misa pidiendo a Dios la lluvia, si ninguno había llevado paraguas ni sombrillas.
El pueblo no tenía fe, les había dicho el párroco.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Cuentan que en un pueblo de Italia (un piccolo paese) hacía tiempo que no llovía.
Las gentes estaban muy angustiadas porque las cosechas y los cultivos no prosperaban. Los animales de cría estaban enflaquecidos. Y la economía del pueblo, ese año, estaba en números negativos.
Entonces, decidieron pedir al párroco que celebrara una misa pidiendo a Dios la lluvia. Y todos los habitantes fueron a la Iglesia el día y la hora acordados.
Al comenzar la liturgia, el párroco les dijo a las gentes reunidas que para qué pedían una misa pidiendo a Dios la lluvia, si ninguno había llevado paraguas ni sombrillas.
El pueblo no tenía fe, les había dicho el párroco.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO SOBRE UNA TAREA POR HACER
EL CUENTO SOBRE UNA TAREA POR HACER
P. Daniel Albarran
El párroco había asignado a tres feligreses la tarea de preparar una pequeña exposición sobre La Doctrina Social de la Iglesia.
Cada una hablaría por cinco minutos antes de las misas diarias. Una un día, y otra al día siguiente; y, así, las tres en tres días consecutivos.
Cada una hizo el encargo. La primera lo hizo con naturalidad y dominio. La segunda estaba muy contenta de lo que había leído y estudiado al preparar el tema, y todo le era novedoso.
La Iglesia no propone ningún sistema político. La Iglesia no es capitalista. Tampoco socialista. La Iglesia resalta la dignidad del hombre, pues éste es imagen y semejanza de Dios.
La Iglesia resalta al humano, por sobre todo. Más aún, resalta "el creado"; es decir, la creación como obra de Dios, pues la naturaleza es obra de Dios.
Lo que sea a favor del "creado" es amar al "creador". Creado y Creador son prolongación y una misma manifestación.
La segunda ponente estaba muy contenta.
Faltaba ver la tarea de la tercera.
Colorín-Colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
El párroco había asignado a tres feligreses la tarea de preparar una pequeña exposición sobre La Doctrina Social de la Iglesia.
Cada una hablaría por cinco minutos antes de las misas diarias. Una un día, y otra al día siguiente; y, así, las tres en tres días consecutivos.
Cada una hizo el encargo. La primera lo hizo con naturalidad y dominio. La segunda estaba muy contenta de lo que había leído y estudiado al preparar el tema, y todo le era novedoso.
La Iglesia no propone ningún sistema político. La Iglesia no es capitalista. Tampoco socialista. La Iglesia resalta la dignidad del hombre, pues éste es imagen y semejanza de Dios.
La Iglesia resalta al humano, por sobre todo. Más aún, resalta "el creado"; es decir, la creación como obra de Dios, pues la naturaleza es obra de Dios.
Lo que sea a favor del "creado" es amar al "creador". Creado y Creador son prolongación y una misma manifestación.
La segunda ponente estaba muy contenta.
Faltaba ver la tarea de la tercera.
Colorín-Colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
sábado, 15 de julio de 2017
EL CUENTO DE UNA COSA QUE EN VERDAD SUCEDIÓ
EL CUENTO DE UNA COSA QUE EN VERDAD SUCEDIÓ
P. Daniel Albarran
Érase una vez un recién ordenado sacerdote.
Una señora feligrés le pidió de por favor que le bendijera una botella con agua.
El neo párroco le dio, enseguida, una catequesis sobre los sacramentos y su importancia, como de los sacramentales. La señora escuchó atentamente la charla por una larga media hora.
-- Entonces, padre -- dijo después de ese tiempo la señora -- ¿me va a bendecir el agua...si o no?
Y...colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un recién ordenado sacerdote.
Una señora feligrés le pidió de por favor que le bendijera una botella con agua.
El neo párroco le dio, enseguida, una catequesis sobre los sacramentos y su importancia, como de los sacramentales. La señora escuchó atentamente la charla por una larga media hora.
-- Entonces, padre -- dijo después de ese tiempo la señora -- ¿me va a bendecir el agua...si o no?
Y...colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO EN LA MUSICA Y EN EL ARTE
EL CUENTO DE LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO EN LA MUSICA Y EN EL ARTE
P. Daniel Albarran
Érase una vez un alguien que estaba explicando la importancia que tiene el silencio en la partitura musical. Iba explicando que para profundizar una obra clásica, había que implicar el silencio como pausa reflexiva y cognitiva de la misma obra.
Eso mismo se aplicaba a cualquier otra obra de arte, ya que es el precioso momento de la interiorizacion conducida de intérprete y espectador.
Y, es ahí, justo ahí donde se conjugan las notas de los instrumentos con la serenidad del alma en una conexión cósmica. O, sea, universal.
Entonces, el silencio es fundamental y clave.
Se habló de John Cage sobre el estreno de 4′33″. Una obra de puro silencio ( https://youtu.be/JTEFKFiXSx4).
Y no era silencio porque se oían ruidos. Fue un éxito controversial por la llamada de atención sobre puro silencio.
Grandioso. Sublime.
Después eso mismo fue llevado a orquesta. La interpretación era muy seria. Demasiado sería ( https://youtu.be/OovYr0w7BMA).
No se diga más.
Toda obra de arte, requiere el silencio para poder asimilar e interpretar. Y después interiorizar.
Reposo en el alma de la ideas y sensaciones y conceptos y toooooodo eso.
Colorin-Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un alguien que estaba explicando la importancia que tiene el silencio en la partitura musical. Iba explicando que para profundizar una obra clásica, había que implicar el silencio como pausa reflexiva y cognitiva de la misma obra.
Eso mismo se aplicaba a cualquier otra obra de arte, ya que es el precioso momento de la interiorizacion conducida de intérprete y espectador.
Y, es ahí, justo ahí donde se conjugan las notas de los instrumentos con la serenidad del alma en una conexión cósmica. O, sea, universal.
Entonces, el silencio es fundamental y clave.
Se habló de John Cage sobre el estreno de 4′33″. Una obra de puro silencio ( https://youtu.be/JTEFKFiXSx4).
Y no era silencio porque se oían ruidos. Fue un éxito controversial por la llamada de atención sobre puro silencio.
Grandioso. Sublime.
Después eso mismo fue llevado a orquesta. La interpretación era muy seria. Demasiado sería ( https://youtu.be/OovYr0w7BMA).
No se diga más.
Toda obra de arte, requiere el silencio para poder asimilar e interpretar. Y después interiorizar.
Reposo en el alma de la ideas y sensaciones y conceptos y toooooodo eso.
Colorin-Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin.
jueves, 13 de julio de 2017
EL CUENTO DEL RUGIDO DE EL LEÓN
EL CUENTO DEL RUGIDO DE EL LEÓN
P. Daniel Albarran
Érase una vez una reunión de todos los animales de la selva. Había elefantes, caballos, rinocerontes, monos. Tooooooodos los animales feroces y todos los animales mansos estaban en la reunión.
Y habían acordado hacer sonar cada uno sus gritos, chillidos, mugidos o aquel sonido que los identificaba en su clasificación.
Así, le tocó el turno al mono, y su sonido era, más bien, chillón. No asustó en nada. Después fue el turno de todos los demás animales, y algunos eran sonidos agudos, o menos agudos, o más bajos o más o menos bajos.
Entonces, ya era el turno del León. Y fue un solo rugido. Fue un sonido ronco-ronco. Se escuchó a ocho kilómetros de donde estaban todos reunidos.
Cuando el león abrió los ojos, porque el león había cerrado los ojos, ya que los leones cierran los ojos cuando rugen, se había quedado sólo. Todos los demás animales se habían ido corriendo.
Entonces, el león se dijo que no iba a rugir más cuando estuviera acompañado.
Y...colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez una reunión de todos los animales de la selva. Había elefantes, caballos, rinocerontes, monos. Tooooooodos los animales feroces y todos los animales mansos estaban en la reunión.
Y habían acordado hacer sonar cada uno sus gritos, chillidos, mugidos o aquel sonido que los identificaba en su clasificación.
Así, le tocó el turno al mono, y su sonido era, más bien, chillón. No asustó en nada. Después fue el turno de todos los demás animales, y algunos eran sonidos agudos, o menos agudos, o más bajos o más o menos bajos.
Entonces, ya era el turno del León. Y fue un solo rugido. Fue un sonido ronco-ronco. Se escuchó a ocho kilómetros de donde estaban todos reunidos.
Cuando el león abrió los ojos, porque el león había cerrado los ojos, ya que los leones cierran los ojos cuando rugen, se había quedado sólo. Todos los demás animales se habían ido corriendo.
Entonces, el león se dijo que no iba a rugir más cuando estuviera acompañado.
Y...colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
lunes, 10 de julio de 2017
EL CUENTO DE EL LORO EN SU ESTACA
EL CUENTO DE EL LORO EN SU ESTACA
P. Daniel Albarran
Érase una vez un criador de aves en una granja muy bonita.
Tenía un corral y en el corral había aves de todas clases, colores y tamaños. Todo era un colorido de combinacionesy una combinación de coloridos.
Un día todas las aves se confundieron y todas se mezclaron entre todas y se montaban en las ramas de las otras; y, así se formó mucha confusión en el corral.
Entonces, el cuidador escribió una nota en la puerta del corral. La nota decía: "CADA PÁJARO EN SU ESTACA".
Y, todas las aves empezaron a buscar su respectiva rama. Y empezó a a volverse a ver lo bonito de toooooodos los colores de todas las aves de aquel bonito corral. Y el cuidador se puso, otra vez, muy contento.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un criador de aves en una granja muy bonita.
Tenía un corral y en el corral había aves de todas clases, colores y tamaños. Todo era un colorido de combinacionesy una combinación de coloridos.
Un día todas las aves se confundieron y todas se mezclaron entre todas y se montaban en las ramas de las otras; y, así se formó mucha confusión en el corral.
Entonces, el cuidador escribió una nota en la puerta del corral. La nota decía: "CADA PÁJARO EN SU ESTACA".
Y, todas las aves empezaron a buscar su respectiva rama. Y empezó a a volverse a ver lo bonito de toooooodos los colores de todas las aves de aquel bonito corral. Y el cuidador se puso, otra vez, muy contento.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
jueves, 6 de julio de 2017
EL CUENTO SOBRE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS Y CAMBIO DE PLANES en Venezuela
EL CUENTO SOBRE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS Y CAMBIO DE PLANES en Venezuela
P. Daniel Albarrán
Cuentan los mismos textos de la historia y los que saben la historia, que hubo una vez un Papa llamado Juan 23. Allá por los años de 1959.
Eran los tiempos de muchos cambios de paradigmas. Se había terminado una guerra mundial algunos años atrás, se había creado la ONU para prevenir y evitar más guerras; se había otorgado ciudadanía en Tel-Aviv a los judíos que habían estado entrantes por el mundo. Y otro poco de cosas más.
Todo estaba cambiando.
Entonces, el Papa que se llamaba Juan 23, dijo que había que leer los tiempos en cambio, y que había que cambiar. Dijo que eso se llamaba "los signos de los tiempos". Y, que había que saber leer esos signos y esos tiempos. Y le pidió a los sabedores y estudiosos que hicieran esa tarea.
Esos son los que se llaman PROFETAS. O, sea, gente que interpretara lo que es la voluntad de Dios en cada acontecimiento histórico, sobre todo, en cada actualidad.
El Papa, entonces, de manera muy sabía, porque era una persona anciana, ya que los ancianos son demasiado inteligentes, le puso un nombre a eso y dijo que se llamaría "aggiornamento".
Y los que sabían y saben de esas cosas dijeron que eso significa "ponerse al día" o "adaptarse" a los cambios.
Y eso hicieron los que sabían mucho y también los que sabían poco. Algunos se pusieron muy contentos. Y otros se pusieron muy tristes. Y se comenzó a cambiar muuuuuuuchas cosas.
En todas partes todo era distinto. Por eso en cada sitio se cambiaba de manera distinta. Eso fue un problema muy grande, porque no había formulas ni nada de eso, sino que había que saber adaptarse a cada lugar y situación, según las sociedades. Nada, sin embargo, se podía imponer.
Y, hay un país que se llama Venezuela, donde también se adaptaron muchas cosas. Algunas fueron buenas y otras fueron errores. Y eso sucede porque cada situación es distinta. Eso fue cuando el Papa que se llamaba Juan 23 dijo que se hiciera todo eso. Y las cosas van cambiando, y este anciano inteligente ya no está, porque como era viejito y se murió.
Venezuela era un país muy lejano de donde vivió el viejito, que era Papa, y que ya se había muerto. Y en Venezuela estaban sucediendo muchas cosas, y necesitaba muchas ideas como las del Papa viejito. Había, por ejemplo, una gente que no comía porque no había comida; una gente muy enferma porque no había medicina; otra gente que estaba muy triste porque el que mandaba en ese país, parecía que era un hombre muy egoísta, y solo pensaba en comer bien él solo y los que mandaban con él. Había mucha hambre en ese país, y muchos estaban muy molestos y lloraban.
Entonces, las gentes fueron a hablar con los sacerdotes para que le pidieran a Dios para que hiciera entender al que gobernaba y a todos sus ministros de gobierno que estaba haciendo mal. Los sacerdotes hicieron lo que las gentes pedían. Unos rezaban rosarios, otros hacían procesiones con los santos; otros, exponían la hostia. Y todos cantaban el himno nacional de Venezuela. Muchos salieron a las calles a decir que no estaban contentos.
Muchas de las gentes pensaban que iba a ser una magia, y que con todo eso iba a suceder, como el cuento de las hadas madrinas. Y los días iban pasando y pasando. Y todo seguía igual. Y muchas más gentes no comían porque no había comida, y todas esas cosas. Y lo que habían hecho los sacerdotes, no había ayudado ni cambiado nada.
Entonces, las gentes estaban muy tristes, y algunas muy enfermos. Algunas estaban muy nerviosas y enfermas de los nervios, porque el pánico estaba invadiendo los corazones de las gentes de ese país.
Entonces, hubo una persona que no era tan anciana ni tan viejita como el Papa que se había llamado Juan 23, gritó desesperado que hay que pedir que haya gente que sepa leer los tiempos, y los signos. Y que no era de rezos y rezos, sino de otras cosas, que él no sabía, y que nadie sabía. Pero, que es de signos de los tiempos.
Y, colorín,colorado… Este cuento se ha acabado.
Fin
P. Daniel Albarrán
Cuentan los mismos textos de la historia y los que saben la historia, que hubo una vez un Papa llamado Juan 23. Allá por los años de 1959.
Eran los tiempos de muchos cambios de paradigmas. Se había terminado una guerra mundial algunos años atrás, se había creado la ONU para prevenir y evitar más guerras; se había otorgado ciudadanía en Tel-Aviv a los judíos que habían estado entrantes por el mundo. Y otro poco de cosas más.
Todo estaba cambiando.
Entonces, el Papa que se llamaba Juan 23, dijo que había que leer los tiempos en cambio, y que había que cambiar. Dijo que eso se llamaba "los signos de los tiempos". Y, que había que saber leer esos signos y esos tiempos. Y le pidió a los sabedores y estudiosos que hicieran esa tarea.
Esos son los que se llaman PROFETAS. O, sea, gente que interpretara lo que es la voluntad de Dios en cada acontecimiento histórico, sobre todo, en cada actualidad.
El Papa, entonces, de manera muy sabía, porque era una persona anciana, ya que los ancianos son demasiado inteligentes, le puso un nombre a eso y dijo que se llamaría "aggiornamento".
Y los que sabían y saben de esas cosas dijeron que eso significa "ponerse al día" o "adaptarse" a los cambios.
Y eso hicieron los que sabían mucho y también los que sabían poco. Algunos se pusieron muy contentos. Y otros se pusieron muy tristes. Y se comenzó a cambiar muuuuuuuchas cosas.
En todas partes todo era distinto. Por eso en cada sitio se cambiaba de manera distinta. Eso fue un problema muy grande, porque no había formulas ni nada de eso, sino que había que saber adaptarse a cada lugar y situación, según las sociedades. Nada, sin embargo, se podía imponer.
Y, hay un país que se llama Venezuela, donde también se adaptaron muchas cosas. Algunas fueron buenas y otras fueron errores. Y eso sucede porque cada situación es distinta. Eso fue cuando el Papa que se llamaba Juan 23 dijo que se hiciera todo eso. Y las cosas van cambiando, y este anciano inteligente ya no está, porque como era viejito y se murió.
Venezuela era un país muy lejano de donde vivió el viejito, que era Papa, y que ya se había muerto. Y en Venezuela estaban sucediendo muchas cosas, y necesitaba muchas ideas como las del Papa viejito. Había, por ejemplo, una gente que no comía porque no había comida; una gente muy enferma porque no había medicina; otra gente que estaba muy triste porque el que mandaba en ese país, parecía que era un hombre muy egoísta, y solo pensaba en comer bien él solo y los que mandaban con él. Había mucha hambre en ese país, y muchos estaban muy molestos y lloraban.
Entonces, las gentes fueron a hablar con los sacerdotes para que le pidieran a Dios para que hiciera entender al que gobernaba y a todos sus ministros de gobierno que estaba haciendo mal. Los sacerdotes hicieron lo que las gentes pedían. Unos rezaban rosarios, otros hacían procesiones con los santos; otros, exponían la hostia. Y todos cantaban el himno nacional de Venezuela. Muchos salieron a las calles a decir que no estaban contentos.
Muchas de las gentes pensaban que iba a ser una magia, y que con todo eso iba a suceder, como el cuento de las hadas madrinas. Y los días iban pasando y pasando. Y todo seguía igual. Y muchas más gentes no comían porque no había comida, y todas esas cosas. Y lo que habían hecho los sacerdotes, no había ayudado ni cambiado nada.
Entonces, las gentes estaban muy tristes, y algunas muy enfermos. Algunas estaban muy nerviosas y enfermas de los nervios, porque el pánico estaba invadiendo los corazones de las gentes de ese país.
Entonces, hubo una persona que no era tan anciana ni tan viejita como el Papa que se había llamado Juan 23, gritó desesperado que hay que pedir que haya gente que sepa leer los tiempos, y los signos. Y que no era de rezos y rezos, sino de otras cosas, que él no sabía, y que nadie sabía. Pero, que es de signos de los tiempos.
Y, colorín,colorado… Este cuento se ha acabado.
Fin
viernes, 16 de junio de 2017
EL CUENTO DEL VICARIO QUE CUMPLIA SU LABOR FUERA COMO FUERE.
EL CUENTO DEL VICARIO QUE CUMPLIA SU LABOR FUERA COMO FUERE.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un sacerdote extranjero que tenía que atender en su labor pastoral algunas otras comunidades asignadas a su cuido y celo apostólico. Tenía, además, una función muy importante en la conducción de la diócesis, siendo mano derecha del señor Obispo al ser el segundo en autoridad y responsabilidad.
-- ¿De dónde viene, padre?-- le preguntó alguna vez alguien que siempre lo veía azaroso en sus labores.
-- De un lugar de la mancha --y dijo el nombre del pueblo de donde estaba llegando ese mañana cerca del mediodía.
La vestimenta del padre era su sotana negra, como siempre. Y ese día estaba todo untado de grasa y oloroso a gasolina, pues su automóvil se había accidentado en el viaje de regreso en el cumplimiento de sus labores. Su carro era un Nissan Patrol, tipo jeep, del año 1978, que estuviera de moda, pero que estaba todo destartalado, sobre todo en su carrocería. No tenía tanque de gasolina, y a su vez, la gasolina iba en un envase mediano de plástico.
El momento histórico del tiempo de este relato era hacia el año 1988. Y el Nissan Patrol tendría ya diez años rodando.
Cuando el automóvil tipo jeep no tenía batería de arranque, o cuando el arranque de encendido estaba en desperfecto, entonces con una manigueta que se introducía por la parte del frente, se lograba girar y encender el motor. Y todo volvía a funcionar, y se tenía carro en actividad.
Muchas veces, este Vicario había hecho esa maniobra. Lo importante era estar siempre donde tenía que atender.
Un día de tantos, al Nissan Patrol se le había descompuesto la caja de velocidades. Y no era posible sincronizar manualmente ni primera, ni segunda, ni ninguna otra velocidad. Solamente agarraba retroceso. Pero eso no fue obstáculo para el Vicario ya que se fue manejando en retroceso desde las oficinas del Obispo hasta donde él residía que era una distancia de 30 kilómetros.
Y....colorín Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin
P. Daniel Albarran
Érase una vez un sacerdote extranjero que tenía que atender en su labor pastoral algunas otras comunidades asignadas a su cuido y celo apostólico. Tenía, además, una función muy importante en la conducción de la diócesis, siendo mano derecha del señor Obispo al ser el segundo en autoridad y responsabilidad.
-- ¿De dónde viene, padre?-- le preguntó alguna vez alguien que siempre lo veía azaroso en sus labores.
-- De un lugar de la mancha --y dijo el nombre del pueblo de donde estaba llegando ese mañana cerca del mediodía.
La vestimenta del padre era su sotana negra, como siempre. Y ese día estaba todo untado de grasa y oloroso a gasolina, pues su automóvil se había accidentado en el viaje de regreso en el cumplimiento de sus labores. Su carro era un Nissan Patrol, tipo jeep, del año 1978, que estuviera de moda, pero que estaba todo destartalado, sobre todo en su carrocería. No tenía tanque de gasolina, y a su vez, la gasolina iba en un envase mediano de plástico.
El momento histórico del tiempo de este relato era hacia el año 1988. Y el Nissan Patrol tendría ya diez años rodando.
Cuando el automóvil tipo jeep no tenía batería de arranque, o cuando el arranque de encendido estaba en desperfecto, entonces con una manigueta que se introducía por la parte del frente, se lograba girar y encender el motor. Y todo volvía a funcionar, y se tenía carro en actividad.
Muchas veces, este Vicario había hecho esa maniobra. Lo importante era estar siempre donde tenía que atender.
Un día de tantos, al Nissan Patrol se le había descompuesto la caja de velocidades. Y no era posible sincronizar manualmente ni primera, ni segunda, ni ninguna otra velocidad. Solamente agarraba retroceso. Pero eso no fue obstáculo para el Vicario ya que se fue manejando en retroceso desde las oficinas del Obispo hasta donde él residía que era una distancia de 30 kilómetros.
Y....colorín Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin
jueves, 15 de junio de 2017
EL CUENTO DE UNA ADMINISTRACIÓN DE UNCIÓN DE ENFERMOS Y OTRAS COSAS MÁS.
EL CUENTO DE UNA ADMINISTRACIÓN DE UNCIÓN DE ENFERMOS Y OTRAS COSAS MÁS.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un enfermo que estaba en un hospital. Se hallaba muy enfermo y su familia pidió a su párroco de, por favor, lo fuera a asistir con el Sacramento de la Unción. El sacerdote, de inmediato, solicito acudió al llamado urgente de su parroquiano, y se dirigió al hospital.
Al llegar al sitio, el párroco no sabía los datos completos de ubicación del enfermo, como el número de habitación y número de piso y la zona de atención donde estaba el enfermo. Sólo sabía los nombres. Y el encargado de la portería no dejó pasar al párroco, exigiendo que volviera a la hora de la visita, que sería al terminar la tarde. De nada sirvieron todos los buenos oficios del párroco para hacer entender al portero que era una cosa apremiante, pues el enfermo se encontraba en los últimos momentos. Tal vez, a la hora de la visita en la tarde, sería demasiado tarde.
Los familiares ignoraban todo, y esperaban al párroco, y a pesar que el hombre de Iglesia, hacía esfuerzos por comunicarse por teléfono, todo estaba siendo imposible, ya que el servicio de telefonía estaba también imposible.
Tomó, entonces, la iniciativa el párroco y fue a saludar a un médico conocido que estaba pasando consulta y le explicó la situación. Y ambos fueron a las debidas instalaciones del hospital en busca del enfermo.
Y, cuando llegaron a la sala del sitio de las enfermeras, éstas se hallaban discutiendo aguerridamente con la doctora de turno, por asuntos políticos, siendo unas de un color, y la doctora, del otro color. Aquello era una discusión que daba pena ajena, pues cada cual defendía su postura.
Los familiares del enfermo recibieron al párroco con gran consuelo, pues en esos momentos terribles lo único que consuela es el amor de Dios. Y todo se procedió como se hace en esos momentos de la vida.
Y....colorín. ..Colorado. ..este cuento se ha acabado.
Fin. .
P. Daniel Albarran
Érase una vez un enfermo que estaba en un hospital. Se hallaba muy enfermo y su familia pidió a su párroco de, por favor, lo fuera a asistir con el Sacramento de la Unción. El sacerdote, de inmediato, solicito acudió al llamado urgente de su parroquiano, y se dirigió al hospital.
Al llegar al sitio, el párroco no sabía los datos completos de ubicación del enfermo, como el número de habitación y número de piso y la zona de atención donde estaba el enfermo. Sólo sabía los nombres. Y el encargado de la portería no dejó pasar al párroco, exigiendo que volviera a la hora de la visita, que sería al terminar la tarde. De nada sirvieron todos los buenos oficios del párroco para hacer entender al portero que era una cosa apremiante, pues el enfermo se encontraba en los últimos momentos. Tal vez, a la hora de la visita en la tarde, sería demasiado tarde.
Los familiares ignoraban todo, y esperaban al párroco, y a pesar que el hombre de Iglesia, hacía esfuerzos por comunicarse por teléfono, todo estaba siendo imposible, ya que el servicio de telefonía estaba también imposible.
Tomó, entonces, la iniciativa el párroco y fue a saludar a un médico conocido que estaba pasando consulta y le explicó la situación. Y ambos fueron a las debidas instalaciones del hospital en busca del enfermo.
Y, cuando llegaron a la sala del sitio de las enfermeras, éstas se hallaban discutiendo aguerridamente con la doctora de turno, por asuntos políticos, siendo unas de un color, y la doctora, del otro color. Aquello era una discusión que daba pena ajena, pues cada cual defendía su postura.
Los familiares del enfermo recibieron al párroco con gran consuelo, pues en esos momentos terribles lo único que consuela es el amor de Dios. Y todo se procedió como se hace en esos momentos de la vida.
Y....colorín. ..Colorado. ..este cuento se ha acabado.
Fin. .
miércoles, 14 de junio de 2017
EL CUENTO DE LA FIESTA DEL SANTO QUE SE QUEDÓ SIN PÓLVORA.
P. Daniel Albarran
Érase una vez la fiesta de un santo en una parroquia eclesiástica en una ciudad.
Las gentes rezaron todos los nueve días de la novena. Rezaban el Rosario a las cinco de la tarde, y se quedaban para la misa que era a las seis de la tarde.
Los devotos cantaban con mucho entusiasmo devocional y piadoso los cantos de la Iglesia, sobre todo el himno al santo, que decía al comienzo: "GLORIOSO SAN..." Y decían el nombre del santo.
El último día de la novena, una de la devotas había llevado dos docenas de cohetes y fuegos artificiales, de esos que se usan para hacerse sentir con el sonido del puuuummm paaaaaammm en toda celebración festiva y gozosa, y que se usan cuando es la fiesta de un santo patrón, o cuando gana el equipo favorito en cualquier deporte, o cuando se acaba un año a la media noche, y se comienza el otro año. Y ese sonido genera una alegría y una algarabía especiales, que de inmediato se irrumpe en aplausos.
La devota había llevado las dos docenas el último día de la novena, y las había colocado en la parte de atrás de la Iglesia, para dejar allí, mientras tanto duraran el Rosario y la Santa Misa, para después guardar bien y usarlas al día siguiente a las seis de la tarde que sería la misa de la fiesta del santo, como todos los años. Le hacía ilusión la alegría que se viviría entonces.
Al terminar las actividades religiosas del último día, la devota fue a buscar la dos docenas de fuegos artificiales. No estaban donde las había dejado, y eso que estaban en sitio resguardado y seguro. Alguien se las había llevado y nadie supo quién ni la hora.
Al día siguiente fue la misa del santo.
No hubo cohetes. Asi fue como el santo se quedó sin polvora. Y la señora devota estaba muy triste por no haber celebrado al santo como lo tenía planificado.
Quedaba el consuelo de que al día siguiente se celebraba la fiesta de Antonio de Padua, y se abrigaba la esperanza de que algunos pudieran comer pan de San Antonio, sino sucedía nada parecido a lo del santo que se quedó sin cohetes.
Colorín....Colorado....Este cuento se ha acabado.
Fin.
domingo, 11 de junio de 2017
EL CUENTO DE LAS VISITAS DE FERNANDO, EL ITALIANO
EL CUENTO DE LAS VISITAS DE FERNANDO, EL ITALIANO.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un señor de 86 años de edad. Iba todas las tardes a la plaza a conversar con su vecino con quien se reunía espontáneamente a pasar un rato tertuliando. Se llamaba Fernando. Era italiano y se le sentía en su habla un fuerte acento musical propios de todo italiano.
De joven había sido trabajador en una empresa muy importante de la ciudad. Había comprado su casa a un americano por 60 mil bolívares. En ese tiempo los bolívares eran débiles y tenían mucho valor. Ahora eran fuertes, y no valían casi nada. E, igualmente, eran bolívares.
Fernando contaba siempre la misma historia todos los días. Y también contaba que había conocido a su esposa en El Sombrero, una ciudad de Los Llanos. También contaba otros detalles de sus tiempos mosos, que ahora recordarba con una especie de fijación de tiempos.
Se recuerda lo que se recuerda y la mente se queda donde se queda, tal vez, para hacernos un juego ilusorio de trastiempos y hacernos satisfactoria lo que falta por vivir y hacernos menos penosa la vida.
Fernando se encontraba también con Frank, el caraqueño. Y ya eran tres o cuatro los que conversaban. Y los otros tenían un poco menos de edad. Y cada cual hablaba de su fijación. Y a pesar que no coincidían, igual charlaban. Las cosas que tiene la vida en sus etapas. Eran en línea recta, pues cada cual hablaba de lo suyo a su debido tiempo. Y eran respetuosos de sus turnos de hablar.
Y....colorín. .. Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin.
P. Daniel Albarran
Érase una vez un señor de 86 años de edad. Iba todas las tardes a la plaza a conversar con su vecino con quien se reunía espontáneamente a pasar un rato tertuliando. Se llamaba Fernando. Era italiano y se le sentía en su habla un fuerte acento musical propios de todo italiano.
De joven había sido trabajador en una empresa muy importante de la ciudad. Había comprado su casa a un americano por 60 mil bolívares. En ese tiempo los bolívares eran débiles y tenían mucho valor. Ahora eran fuertes, y no valían casi nada. E, igualmente, eran bolívares.
Fernando contaba siempre la misma historia todos los días. Y también contaba que había conocido a su esposa en El Sombrero, una ciudad de Los Llanos. También contaba otros detalles de sus tiempos mosos, que ahora recordarba con una especie de fijación de tiempos.
Se recuerda lo que se recuerda y la mente se queda donde se queda, tal vez, para hacernos un juego ilusorio de trastiempos y hacernos satisfactoria lo que falta por vivir y hacernos menos penosa la vida.
Fernando se encontraba también con Frank, el caraqueño. Y ya eran tres o cuatro los que conversaban. Y los otros tenían un poco menos de edad. Y cada cual hablaba de su fijación. Y a pesar que no coincidían, igual charlaban. Las cosas que tiene la vida en sus etapas. Eran en línea recta, pues cada cual hablaba de lo suyo a su debido tiempo. Y eran respetuosos de sus turnos de hablar.
Y....colorín. .. Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin.
jueves, 8 de junio de 2017
FRENTE AL SANTÍSIMO EL 19 DE ABRIL DE 2017, día complicado para Venezuela
FRENTE AL SANTÍSIMO EL 19 DE ABRIL DE 2017, día complicado para Venezuela:
P. Daniel Albarrán
SEÑOR...
Ya es la cuarta vez que vengo a Ti, en lo que va de mañana. Y apenas son las ocho.
La situación-país-Venezuela es preocupante.
He pedido por todos los venezolanos.
Se supone que hoy muchos saldrán a las calles, para fijar posturas políticas. Y se vaticina choques y enfrentamientos.
Tal vez, por eso es que voy y vengo a Ti a hablarte de los venezolanos. Tal vez, exagero, Señor, y la cosa no sea para tanto.
La avena con la que fue mi desayuno me hizo sudar más de la cuenta. Quizás, porque estoy preocupado. O, tal vez, porque en verdad estaba recién bajada de la hornilla y estaba muy caliente. Eso hizo, que apenas me la terminara, volviera a venir a conversar contigo.
Mi tarea, como párroco, es rezar por mi gente. Por conocidos y por conocer y desconocidos. Así que....¿Qué te puedo decir?
¿Será que será mucho pedir por todos los venezolanos?
Amén. Amén.
ORACION DEL DIA DESPUÉS DEL 19 DE ABRIL
ORACION DEL DIA DESPUÉS DEL 19 DE ABRIL...
P. Daniel Albarrán
Señor...
Ya es de tarde del día siguiente del 19 de abril.
Ayer fue como fue, y, gracias, porque pudo haber sido peor.
Hubo tres muertos de la tan sosabida manifestación de poderes: el del que lo ostenta, y el del que busca reivindicar. Esa es la lucha. Eso significa el 19 de abril de 2017 en Venezuela: una lucha de poderes.
Hay hambre. Hay escasez. Hay estrechez. Hay rabia. Hay clamor de justicia social.
¿A quién beneficia los muertos?
A nadie. Una vida no tiene precio. No hay justificación de ningún lado.
Hay demagogia. Hay desfachatez. Hay manipulación. Hay desconsideración. Hay sufrimiento.
¿A quién beneficia los muertos?
Las redes sociales publican lo sucedido. Sin embargo, no hay información. No sabemos. No se sabe. Absoluta ignorancia por restricciones.
Todo es un suponer. Ahí están los hechos, igualmente, para beneficio y confusión de las partes.
Señor....
Danos sabiduría.
Danos temor de Dios. Ese compromiso que tanto está haciendo falta en Venezuela: temor de Dios.
Tendremos que dar cuentas. Líbranos del mal.
Amén. Amén.
DOMINGO DE LA MISERICORDIA
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA...DOMINGO DE LA MISERICORDIA:
P. Daniel Albarran
Señor. ..
Buenos días.
Perdón. ...se supone que para Ti no hay tiempo, porque Tu eres mismo eres el tiempo. Pero, para nosotros si hay noche y mañana, dormir y despertar. ..mañana y tarde....
Te saludo desde mi tiempo perecedero. Y, ahorita es temprano en el comienzo de mi tiempo limitado.
Un nuevo día.
Hoy celebramos el segundo domingo de la experiencia de la resurrección, según el itinerario festivo de la liturgia de la Iglesia. También, el día de la misericordia.
Y se me ocurre, hoy, hablar de los dos grandes de la misericordia de nuestros tiempos. Primero del Papa Francisco en su aplicación del recuerdo del deber ser de la Iglesia: Sacramento de l misericordia. Tuvimos un año pastoral maravilloso en ese sentido, aplicando, sobre todo, el segundo.mandato de Jesús, de desatar aquí en la tierra y desatar en el cielo. Ahí hubo un vuelco de la comprensión del misterio del ser la Iglesia en el mundo.
Y del otro que quiero hablarte es de Anthony Di Mello, quien venía insistiendo en ese tema so pena de ser mal entendido. De hecho estuvo prohibido leerse. Pero los tiempos cambian y vamos madurando. Tenía que venir, entonces, el Papa Francisco para saber interpretar los tiempos y con ello saber valorar a Di Mello.
Tomo de Di Mello, de su libro El canto de la rana, el siguiente cuentico, que era su manera de escribir y de revolucionar . Ahí queda todo un planteamiento, muy atrevido, ciertamente, pero necesario. Dice el cuento:
" Es costumbre entre los católicos confesar los pecados a un sacerdote y recibir de éste la absolución como un signo del perdón de Dios. Pero existe el peligro, demasiado frecuente, de que los penitentes hagan uso de ello como si fuese una especie de garantía o certificado que les vaya a librar del justo castigo divino, con lo cual confían más en la absolución del sacerdote que en la misericordia de Dios. He aquí lo que pensó hacer Perugini, un pintor italiano de la Edad Media, cuando estuviera a punto de morir: no recurrir a la confesión si veía que, movido por el miedo, trataba de salvar su piel, porque eso seria un sacrilegio y un insulto a Dios. Su mujer, que no sabia nada de la decisión del artista, le preguntó en cierta ocasión si no le daba miedo morir sin confesión. Y Perugini le contestó: “Míralo de este modo, querida: mi profesión es la de pintor, y creo haber destacado como tal. La profesión de Dios consiste en perdonar; y si él es tan bueno en su profesión como lo he sido yo en la mía, no veo razón alguna para tener miedo”.
Está dicho todo.
Y,gracias por tu misericordia que rompe todo esquema humano. Y gracias por el hecho del Papa Francisco.
Amén. Amén.
EL CUENTO DE LA FUENTE DE LA PLACITA
EL CUENTO DE LA FUENTE DE LA PLACITA
P. Daniel Albarran
Érase una vez una plaza grande que tenía una placita chiquita. Al frente de la plaza grande había una Iglesia. Y la placita estaba en un lado de la Iglesia. En el lado izquierdo.
Se decía que la placita había sido muy bonita, y que había tenido una fuente de agua que bañaba la imagen de una Virgen del Rosario que estaba en la parte más alta del diseño de la estructura de cemento.
La placita y la fuente y la imagen de la Virgen del Rosario, últimamente estaban casi en el abandono. Y todo hacia pensar que sus tiempos bonitos pertenecían al pasado. Todos pasaban y casi ni se percataban que en ese lugar había habido una placita, una fuente y todo eso. Sin embrago, ahi estaban y habian estado siempre desde un comienzo.
Ju y Mo habían querido rescatar su belleza, y una vez sembraron unas matas ornamentales alrededor, e igual, unos pinos. Era cuando Ju y Mo habian estado contentos. Así duraron poco tiempo, y las matas se sacaron, por falta de cuido. También tuvieron la misma suerte los pinos. Y la placita siguió semiabandonada.
Algunas veces cuando la hierba crecía se buscaba a una persona para que viniera a desmalezar la placita. Se pagaba por ese servicio.
Un buen día vino Vi con su esposa. Ellos siempre pasaban y veían la placita. Pero ese día se dijeron: -- vamos a rescatar nuestra placita. Y juntando a unos vecinos y amigos hicieron la propuesta de dar dinero y buscar a un trabajador para que hiciera el trabajo de poner bonita la placita, la fuente, y todo el conjunto de la placita.
Así lo hicieron.
Vino el trabajador. Y con él vinieron dos trabjadores más. Cortaron el monte. Removieron la tierra. Colocaron tubos para el agua. Limpiaron todo el cemento. Pintaron de color azul una parte, de color verde y amarillo otra parte, de color marrón otra. Y pintaron y embellecieron la imagen de la Virgen del Rosario. Sembraron matas alrededor de la fuente. Pusieron matas bonitas.
Entonces las gentes empezaron a ver otra vez que al lado de la Iglesia, que queda al frente de la plaza grande había una placita, que tiene una fuente y tiene agua. Siempre la había habido porque siempre ahi había estado. En el lado izquierdo de la Iglesia.
Los niños empezaron a ir a la placita, porque la placita tenía una fuente de agua. Empezaron a ir a jugar con el agua de la fuente. Los pajaritos empezaron a ir a la fuente a tomar agua. Y la gente grande empezó a tomar fotografías de la placita, para guardar el recuerdo de lo bonito de la fuente, de la placita y de las matas y de todo.
Y el trabajador empezó a ir todos los días a cuidar de la placita, porque, ahora era desde ya su placita, y le ponía agua a las matas, y recogía la basura. Y tenía bonito la placita y todo eso.
Vi y su esposa estaban muy contentos.
Ju y Mo se volvieron a contentar.
Y...colorín Colorado...este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE LA MATA DE MANGO
EL CUENTO DE LA MATA DE MANGO
(P. Daniel Albarran)
Érase una vez una mata de mango, muy grande y frondosa, sus mangos eran muy sabrosos. La mata de mango quedaba en el patio de la casa de señor Ramón.
La casa del señor Ramón quedaba cerca de la escuela del pueblo, y los muchachos que regresaban de la escuela, cerca del mediodía, se subían a la mata a tumbar mangos.
Los muchachos siempre se subían a la mata sin pedir permiso.
Un día el señor Ramón, viendo que a su mata se le habian roto unas ramas, hablo con los muchachos y les dijo, que todos los días antes de subir a la mata, le pidieran autorización . Que él le daba permiso, pero que cada vez, le preguntaran.
Entonces, los muchachos empezaron a pedir permiso para subir a la mata y bajar mangos. Un día y otro día pedían permiso y siempre comían mangos.
Un día, el señor Ramón, les dijo que ese día nos les daba permiso. Los muchachos se fueron, menos el que había ido a hablar con el señor Ramón, y que había dicho que ok, que estaba bien; pero en desobediencia al "no" del señor Ramón, igual, se subió a la mata.
El señor Ramón se fue a hablar con aquel muchacho desobediente, y le dijo que tenía que ser muchacho de palabra, pues habían quedado en que ese día no tumbarian mangos, y que él mismo había aceptado y dicho que ok.
El muchacho tenía un mango en la mano, y a la pregunta del señor Ramón, si tenía mangos en su maletín escolar, el muchacho dijo que no. El muchacho estaba diciendo mentiras, porque si tenía mangos y estaba casi lleno el maletín.
El señor Ramón le dijo, entonces, que además, estaba siendo mentiroso. Y le pidió que le entregara todos los mangos que tenía escondidos en el maletín. Y que por la mentira y su falta de palabra, por eso, le quitaba los mangos.
Y el muchacho se fue, y señor Ramón se metió a la casa. Pero el muchacho tenía mucha rabia y estaba muy molesto, y enseguida, comenzó a tirar piedras grandes a la puerta de la casa de señor Ramón, para romper la puerta por la misma rabia que tenía.
Y, el señor Ramón se puso muy triste al ver lo que habia hecho el muchacho. Y, de inmediato, se dijo: "estos muchachos... estos muchachos..." y empezó a recoger las piedras que le habían roto la puerta. Y se puso, también, a remendar la puerta porque la puerta se había roto con los golpes de las piedras y la puerta estaba dañada y no cerraba y no abría bien, porque las piedras habían roto la puerta.
Colorín...Colorado. ..este cuento se ha acabado.
Fin.
EL CUENTO DE LA PERRITA QUE SE LLAMABA PERLA MARGARITA
EL CUENTO DE LA PERRITA QUE SE LLAMABA PERLA MARGARITA.
P. Daniel Albarrán
Érase una vez una perrita de color blanco.
Era muy corretona y ladraba por todo. Era también muy juguetona. Todos los de la casa se alegraban de verla correr de la sala al comedor, y de aquí para allá. Y buscaban la manera de jugar con ella. Le tiraban el juguete de plástico para que fuera a buscarlo. Perla Margarita iba corriendo y traía en su boca el juguete para que lo volvieran a tirar e ir tras él en una velocidad que provocaba la risotada.
Perla Margarita tenía con todos y cada uno de los de la casa un comportamiento distinto. Y eso hacía que todos la quisieran mucho. Ella había logrado ser el centro de atención de aquella familia. A la señora de la casa le obedecía en todo con un gran respeto. La señora la regañaba por cualquier cosa que ameritara una llamada de atención, entonces Perla Margarita se iba a la sala y se metía debajo del mueble en actitud de regañada. Y hasta que la señora no la volviera a llamar por su nombre, Perla Margarita no salía de donde se metía; después se iba directamente a la presencia de la señora y se la quedaba mirando a la cara, como esperando que le dijera algo reconciliador y aprobatorio. Parecía que Perla Margarita, fuera una gente grande. Era enternecedor aquella actitud y comportamiento de Perla Margarita.
Entonces, volvía a ponerse juguetona y corredora. Volvía a ladrar. Y la alegría volvía a invadir la casa de aquella familia. Y volvía a morder juguetonamente con todos. A uno le mordía la bota del pantalón, a otro le llevaba el juguete de plástico, a otro esto o aquello, y Perla Margarita volvía a ser Perlita Margarita.
Colorín. ..Colorado...Este cuento se ha acabado.
EL CUENTO DEL POLICÍA QUE DIO MUERTE AL MUCHACHO DESCONOCIDO
EL CUENTO DEL POLICÍA QUE DIO MUERTE AL MUCHACHO DESCONOCIDO
P. Daniel Albarrán
Érase una vez un policía. Tenía que obedecer las órdenes de sus superiores a como diera lugar, so pena de ser expulsado de la institución donde trabajaba. Entonces se quedaría sin trabajo, y su familia, especialmente sus hijos no tendrían qué comer.
El caso es que un día en una situación de sabotaje y de disturbios sociales de alto calibre, el policía no dudó nunca en cumplir a cabalidad las órdenes de mantener la tranquilidad y de someter a todo posible revoltoso.
En parte, esa era la orden, la de mantener el orden. Y, en parte, esa era la ocasión de calibrar su propia calidad humana en aras de la obediencia costara lo que costara. Sería la oportunidad de la lucha del hombre y la bestia, para vencer el que más vivía en su corazón.
No dudó, entonces, en lo más mínimo y cumplió lo ordenado, poniendo en ello un poco más de suyo que de lo ordenado. Y sesgó la vida de un muchacho de 21 años de edad que se hallaba en esos criterios de protesta y alboroto de calle.
Cuentan los que vieron los vídeos donde quedó registrado todo lo sucedido, la manera y saña del policía en contra del muchacho, objetivo de su puntería.
Y, por tener el mismo apellido, algunos aseguraban que eran familia.
Ese mismo día la gente que sabía dónde vivía el policía fue a buscarlo para tomar justicia por sus manos. El policía huyó y con él toda su familia.
La gente lo seguía buscando. Él con su familia seguía huyendo, protegido por los jefes que lo encubrían.
Colorín Colorado. ..este cuento se ha acabado.
Fín.
EL CUENTO DEL MUCHACHO DESCONOCIDO
EL CUENTO DEL MUCHACHO DESCONOCIDO
P. Daniel Albarran
Érase una vez un muchacho que tenía 21 años. Era hermoso porque a esa edad se es hermoso. La juventud es bella en sí misma. Y él por ser joven ya era hermoso. Dicen que la juventud es un precioso tesoro.
El muchacho era desconocido. Se ganaba la vida haciendo de empacador de bolsas en un supermercado de la ciudad. Y no llamaba la atención en nada, sólo por el hecho de realizar esa actividad. Algunas veces era maltratado y humillado, pues, muchos de los que realizan esos oficios son vistos con desconsideración. Él sufría esa calificación y también maltratos.
Un día, el muchacho fue malherido en un actividad de calle de protestas en contra del gobierno opresor, y se vio muy comprometida su vida, que luchaba entre la vida y la muerte. Y su estado de Salud se vio en condiciones muy precarias.
A los dos días de esos sucesos, el muchacho murió. Y, entonces, todas las gentes hablaban de él. Algunos decían haberlo conocido. Otros, apenas lo conocían por esos acontecimientos trágicos. Y empezó a hacerse famoso. Algunos empezaron a recordar que trabajaba en el supermercado donde trabajaba. Y todos lloraban. Y todos empezaron a quererlo. Se creó en torno suyo una simpatía post mortem.
Y su nombre y figura empezaron a hacerse emblemáticas.
Muchos fueron a su entierro y a darle el adiós último en señal de obligatoria amistad, aún sin haberlo tratado alguna vez. Aquello fue hermoso. Todos gritaban consignas de libertad-libertad y aplaudían, mientras su cuerpo salía en hombros de la multitud enardecida.
Era hermoso.
Fue bonito y emotivo aquel gesto.
La mamá del muchacho lloraba sin ningún tipo de consuelo humano. Era terrible para ella.
Y algunos querían volverse famosos.
Y...colorín....Colorado...este cuento se ha acabado.
Fín.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)