SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA...DOMINGO DE LA MISERICORDIA:
P. Daniel Albarran
Señor. ..
Buenos días.
Perdón. ...se supone que para Ti no hay tiempo, porque Tu eres mismo eres el tiempo. Pero, para nosotros si hay noche y mañana, dormir y despertar. ..mañana y tarde....
Te saludo desde mi tiempo perecedero. Y, ahorita es temprano en el comienzo de mi tiempo limitado.
Un nuevo día.
Hoy celebramos el segundo domingo de la experiencia de la resurrección, según el itinerario festivo de la liturgia de la Iglesia. También, el día de la misericordia.
Y se me ocurre, hoy, hablar de los dos grandes de la misericordia de nuestros tiempos. Primero del Papa Francisco en su aplicación del recuerdo del deber ser de la Iglesia: Sacramento de l misericordia. Tuvimos un año pastoral maravilloso en ese sentido, aplicando, sobre todo, el segundo.mandato de Jesús, de desatar aquí en la tierra y desatar en el cielo. Ahí hubo un vuelco de la comprensión del misterio del ser la Iglesia en el mundo.
Y del otro que quiero hablarte es de Anthony Di Mello, quien venía insistiendo en ese tema so pena de ser mal entendido. De hecho estuvo prohibido leerse. Pero los tiempos cambian y vamos madurando. Tenía que venir, entonces, el Papa Francisco para saber interpretar los tiempos y con ello saber valorar a Di Mello.
Tomo de Di Mello, de su libro El canto de la rana, el siguiente cuentico, que era su manera de escribir y de revolucionar . Ahí queda todo un planteamiento, muy atrevido, ciertamente, pero necesario. Dice el cuento:
" Es costumbre entre los católicos confesar los pecados a un sacerdote y recibir de éste la absolución como un signo del perdón de Dios. Pero existe el peligro, demasiado frecuente, de que los penitentes hagan uso de ello como si fuese una especie de garantía o certificado que les vaya a librar del justo castigo divino, con lo cual confían más en la absolución del sacerdote que en la misericordia de Dios. He aquí lo que pensó hacer Perugini, un pintor italiano de la Edad Media, cuando estuviera a punto de morir: no recurrir a la confesión si veía que, movido por el miedo, trataba de salvar su piel, porque eso seria un sacrilegio y un insulto a Dios. Su mujer, que no sabia nada de la decisión del artista, le preguntó en cierta ocasión si no le daba miedo morir sin confesión. Y Perugini le contestó: “Míralo de este modo, querida: mi profesión es la de pintor, y creo haber destacado como tal. La profesión de Dios consiste en perdonar; y si él es tan bueno en su profesión como lo he sido yo en la mía, no veo razón alguna para tener miedo”.
Está dicho todo.
Y,gracias por tu misericordia que rompe todo esquema humano. Y gracias por el hecho del Papa Francisco.
Amén. Amén.
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