UN CUENTO DE EMPUJÓN
P. Daniel Albarrán
Érase una vez...
Apenitas, la semana
pasada.
Día martes,
mes de junio.
Fuí a la ciudad.
Y, en una de
"Un abío
y dos mandados",
fui a la casa
del Obispo.
Después de
saludar
y conversar
con el Obispo,
de manera franca,
y bonita,
al despedirnos,
mi carro no prendió.
Tenía mala la batería.
No daba
por arranque,
ni ese día,
ni los anteriores.
Se estaba prendiendo
de empujones.
Y, no habiendo más,
ni nadie,
fue el propio Obispo
quién empujó el carro,
para prenderlo empujado.
-- ¡Graaaaacias!...dije yo
montado ya en mi carro
y con ello decía
adiós...
Y hasta se veía simpática
aquella escena.
Y, así pude seguir
al segundo mandado
de un solo avío.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin
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