viernes, 16 de junio de 2017

EL CUENTO DEL VICARIO QUE CUMPLIA SU LABOR FUERA COMO FUERE.

EL CUENTO DEL VICARIO QUE CUMPLIA SU LABOR FUERA COMO FUERE.

                                    P. Daniel Albarran

Érase una vez un sacerdote extranjero que tenía que atender en su labor pastoral algunas otras comunidades asignadas a su cuido y celo apostólico. Tenía, además, una función muy importante en la conducción de la diócesis, siendo mano derecha del señor Obispo al ser el segundo en autoridad y responsabilidad.

-- ¿De dónde viene, padre?-- le preguntó alguna vez alguien que siempre lo veía azaroso en sus labores.

-- De un lugar de la mancha --y dijo el nombre del pueblo de donde estaba llegando ese mañana cerca del mediodía.

La vestimenta del padre era su sotana negra, como siempre. Y ese día estaba todo untado de grasa y oloroso a gasolina, pues su automóvil se había accidentado en el viaje de regreso en el cumplimiento de sus labores. Su carro era un Nissan Patrol, tipo jeep, del año 1978, que estuviera de moda, pero que estaba todo destartalado, sobre todo en su carrocería. No tenía tanque de gasolina, y a su vez, la gasolina iba en un envase mediano de plástico.

El momento histórico del tiempo de este relato era hacia el año 1988. Y el Nissan Patrol tendría ya diez años rodando.

Cuando el automóvil tipo jeep no tenía batería de arranque, o cuando el arranque de encendido estaba en desperfecto, entonces con una manigueta que se introducía por la parte del frente, se lograba girar y encender el motor. Y todo volvía a funcionar, y se tenía carro en actividad.

Muchas veces, este Vicario había hecho esa maniobra. Lo importante era estar siempre donde tenía que atender.

Un día de tantos, al Nissan Patrol se le había descompuesto la caja de velocidades. Y no  era posible sincronizar manualmente ni primera, ni segunda, ni ninguna otra velocidad. Solamente agarraba retroceso. Pero eso no fue obstáculo para el Vicario ya que se fue manejando en retroceso desde las oficinas del Obispo hasta donde él residía que era una distancia de 30 kilómetros.

Y....colorín Colorado...este cuento se ha acabado.

Fin


jueves, 15 de junio de 2017

EL CUENTO DE UNA ADMINISTRACIÓN DE UNCIÓN DE ENFERMOS Y OTRAS COSAS MÁS.

EL CUENTO DE UNA ADMINISTRACIÓN DE UNCIÓN DE ENFERMOS Y OTRAS COSAS MÁS.

                                   P. Daniel Albarran

Érase una vez un enfermo que estaba en un hospital. Se hallaba muy enfermo y su familia pidió a su párroco de, por favor, lo fuera a asistir con el Sacramento de la Unción. El sacerdote, de inmediato, solicito acudió al llamado urgente de su parroquiano, y se dirigió al hospital.

Al llegar al sitio, el párroco no sabía los datos completos de ubicación del enfermo, como el número de habitación y número de piso y la zona de atención donde estaba el enfermo. Sólo sabía los nombres. Y el encargado de la portería no dejó pasar al párroco, exigiendo que volviera a la hora de la visita, que sería al terminar la tarde. De nada sirvieron todos los buenos oficios del párroco para hacer entender al portero que era una cosa apremiante, pues el enfermo se encontraba en los últimos momentos. Tal vez, a la hora de la visita en la tarde, sería demasiado tarde.

Los familiares ignoraban todo, y esperaban al párroco, y a pesar que el hombre de Iglesia, hacía esfuerzos por comunicarse por teléfono, todo estaba siendo imposible, ya que el servicio de telefonía estaba también imposible.

Tomó, entonces, la iniciativa el párroco y fue a saludar a un médico conocido que estaba pasando consulta y le explicó la situación. Y ambos fueron a las debidas instalaciones del hospital en busca del enfermo.

Y, cuando llegaron a la sala del sitio de las enfermeras, éstas se hallaban discutiendo aguerridamente con la doctora de turno, por asuntos políticos, siendo unas de un color, y la doctora, del otro color. Aquello era una discusión que daba pena ajena, pues cada cual defendía su postura.

Los familiares del enfermo recibieron al párroco con gran consuelo, pues en esos momentos terribles lo único que consuela es el amor de Dios. Y todo se procedió como se hace en esos momentos de la vida.

Y....colorín. ..Colorado. ..este cuento se ha acabado.

Fin. .

miércoles, 14 de junio de 2017

EL CUENTO DE LA FIESTA DEL SANTO QUE SE QUEDÓ SIN PÓLVORA.
P. Daniel Albarran


Érase una vez la fiesta de un santo en una parroquia eclesiástica en una ciudad.

Las gentes rezaron todos los nueve días de la novena. Rezaban el Rosario a las cinco de la tarde, y se quedaban para la misa que era a las seis de la tarde.

Los devotos cantaban con mucho entusiasmo devocional y piadoso los cantos de la Iglesia, sobre todo el himno al santo, que decía al comienzo: "GLORIOSO SAN..." Y decían el nombre del santo.

El último día de la novena, una de la devotas había llevado dos docenas de cohetes y fuegos artificiales, de esos que se usan para hacerse sentir con el sonido del puuuummm paaaaaammm en toda celebración festiva y gozosa, y que se usan cuando es la fiesta de un santo patrón, o cuando gana el equipo favorito en cualquier deporte, o cuando se acaba un año a la media noche, y se comienza el otro año. Y ese sonido genera una alegría y una algarabía especiales, que de inmediato se irrumpe en aplausos.

La devota había llevado las dos docenas el último día de la novena, y las había colocado en la parte de atrás de la Iglesia, para dejar allí, mientras tanto duraran el Rosario y la Santa Misa, para después guardar bien y usarlas al día siguiente a las seis de la tarde que sería la misa de la fiesta del santo, como todos los años. Le hacía ilusión la alegría que se viviría entonces.

Al terminar las actividades religiosas del último día, la devota fue a buscar la dos docenas de fuegos artificiales. No estaban donde las había dejado, y eso que estaban en sitio resguardado y seguro. Alguien se las había llevado y nadie supo quién ni la hora.

Al día siguiente fue la misa del santo. 
No hubo cohetes. Asi fue como el santo se quedó sin polvora. Y la señora devota estaba muy triste por no haber celebrado al santo como lo tenía planificado.


Quedaba el consuelo de que al día siguiente se celebraba la fiesta de Antonio de Padua, y se abrigaba la esperanza de que algunos pudieran comer pan de San Antonio, sino sucedía nada parecido a lo del santo que se quedó sin cohetes.

Colorín....Colorado....Este cuento se ha acabado.
Fin.

domingo, 11 de junio de 2017

EL CUENTO DE LAS VISITAS DE FERNANDO, EL ITALIANO

EL CUENTO DE LAS VISITAS DE FERNANDO, EL ITALIANO.

                             P. Daniel Albarran

Érase una vez un señor de 86 años de edad. Iba todas las tardes a la plaza a conversar con su vecino con quien se reunía espontáneamente a pasar un rato tertuliando. Se llamaba Fernando. Era italiano y se le sentía en su habla un fuerte acento musical propios  de todo italiano.

De joven había sido trabajador en una empresa muy importante de la ciudad. Había comprado su casa a un americano por 60 mil bolívares. En ese tiempo los bolívares eran débiles y tenían mucho valor. Ahora eran fuertes, y no valían casi nada. E, igualmente, eran bolívares.

Fernando contaba siempre la misma historia todos los días. Y también contaba que había conocido a su esposa en El Sombrero, una ciudad de Los Llanos.  También contaba otros detalles de sus tiempos mosos, que ahora recordarba con una especie de fijación de tiempos.

 Se recuerda lo que se recuerda y la mente se queda donde se queda, tal vez, para hacernos un juego ilusorio de trastiempos y hacernos satisfactoria lo que falta por vivir y hacernos menos penosa la vida.

Fernando se encontraba también con Frank, el caraqueño. Y ya eran tres o cuatro los que conversaban.  Y los otros tenían un poco menos de edad. Y cada cual hablaba de su fijación. Y a pesar que no coincidían, igual charlaban. Las cosas que tiene la vida en sus etapas.  Eran en línea recta, pues  cada cual hablaba de lo suyo a su debido tiempo. Y eran respetuosos de sus turnos de hablar.

Y....colorín. .. Colorado...este cuento se ha acabado.

Fin.


jueves, 8 de junio de 2017

FRENTE AL SANTÍSIMO EL 19 DE ABRIL DE 2017, día complicado para Venezuela

FRENTE AL SANTÍSIMO EL 19 DE ABRIL DE 2017, día complicado para Venezuela:
P. Daniel Albarrán

SEÑOR...

Ya es la cuarta vez que vengo a Ti, en lo que va de mañana. Y apenas son las ocho.
La situación-país-Venezuela es preocupante.

He pedido por todos los venezolanos. 
Se supone que hoy muchos saldrán a las calles, para fijar posturas políticas. Y se vaticina choques y enfrentamientos. 
Tal vez, por eso es que voy y vengo a Ti a hablarte de los venezolanos. Tal vez, exagero, Señor, y la cosa no sea para tanto.


La avena con la que fue mi desayuno me hizo sudar más de la cuenta. Quizás, porque estoy preocupado. O, tal vez, porque en verdad estaba recién bajada de la hornilla y estaba muy caliente. Eso hizo, que apenas me la terminara, volviera a venir a conversar contigo.

Mi tarea, como párroco, es rezar por mi gente. Por conocidos y por conocer y desconocidos. Así que....¿Qué te puedo decir?

¿Será que será mucho pedir por todos los venezolanos?
Amén. Amén.

ORACION DEL DIA DESPUÉS DEL 19 DE ABRIL

ORACION DEL DIA DESPUÉS DEL 19 DE ABRIL...
P. Daniel Albarrán


Señor...
Ya es de tarde del día siguiente del 19 de abril. 
Ayer fue como fue, y, gracias, porque pudo haber sido peor.


Hubo tres muertos de la tan sosabida manifestación de poderes: el del que lo ostenta, y el del que busca reivindicar. Esa es la lucha. Eso significa el 19 de abril de 2017 en Venezuela: una lucha de poderes.

Hay hambre. Hay escasez. Hay estrechez. Hay rabia. Hay clamor de justicia social.
¿A quién beneficia los muertos?
A nadie. Una vida no tiene precio. No hay justificación de ningún lado.


Hay demagogia. Hay desfachatez. Hay manipulación. Hay desconsideración. Hay sufrimiento.
¿A quién beneficia los muertos?

Las redes sociales publican lo sucedido. Sin embargo, no hay información. No sabemos. No se sabe. Absoluta ignorancia por restricciones.

Todo es un suponer. Ahí están los hechos, igualmente, para beneficio y confusión de las partes.

Señor....
Danos sabiduría. 
Danos temor de Dios. Ese compromiso que tanto está haciendo falta en Venezuela: temor de Dios.

Tendremos que dar cuentas. Líbranos del mal.

Amén. Amén.

DOMINGO DE LA MISERICORDIA

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA...DOMINGO DE LA MISERICORDIA:
P. Daniel Albarran

Señor. ..
Buenos días.


Perdón. ...se supone que para Ti no hay tiempo, porque Tu eres mismo eres el tiempo. Pero, para nosotros si hay noche y mañana, dormir y despertar. ..mañana y tarde....
Te saludo desde mi tiempo perecedero. Y, ahorita es temprano en el comienzo de mi tiempo limitado.


Un nuevo día. 
Hoy celebramos el segundo domingo de la experiencia de la resurrección, según el itinerario festivo de la liturgia de la Iglesia. También, el día de la misericordia.


Y se me ocurre, hoy, hablar de los dos grandes de la misericordia de nuestros tiempos. Primero del Papa Francisco en su aplicación del recuerdo del deber ser de la Iglesia: Sacramento de l misericordia. Tuvimos un año pastoral maravilloso en ese sentido, aplicando, sobre todo, el segundo.mandato de Jesús, de desatar aquí en la tierra y desatar en el cielo. Ahí hubo un vuelco de la comprensión del misterio del ser la Iglesia en el mundo.

Y del otro que quiero hablarte es de Anthony Di Mello, quien venía insistiendo en ese tema so pena de ser mal entendido. De hecho estuvo prohibido leerse. Pero los tiempos cambian y vamos madurando. Tenía que venir, entonces, el Papa Francisco para saber interpretar los tiempos y con ello saber valorar a Di Mello.

Tomo de Di Mello, de su libro El canto de la rana, el siguiente cuentico, que era su manera de escribir y de revolucionar . Ahí queda todo un planteamiento, muy atrevido, ciertamente, pero necesario. Dice el cuento:

" Es costumbre entre los católicos confesar los pecados a un sacerdote y recibir de éste la absolución como un signo del perdón de Dios. Pero existe el peligro, demasiado frecuente, de que los penitentes hagan uso de ello como si fuese una especie de garantía o certificado que les vaya a librar del justo castigo divino, con lo cual confían más en la absolución del sacerdote que en la misericordia de Dios. He aquí lo que pensó hacer Perugini, un pintor italiano de la Edad Media, cuando estuviera a punto de morir: no recurrir a la confesión si veía que, movido por el miedo, trataba de salvar su piel, porque eso seria un sacrilegio y un insulto a Dios. Su mujer, que no sabia nada de la decisión del artista, le preguntó en cierta ocasión si no le daba miedo morir sin confesión. Y Perugini le contestó: “Míralo de este modo, querida: mi profesión es la de pintor, y creo haber destacado como tal. La profesión de Dios consiste en perdonar; y si él es tan bueno en su profesión como lo he sido yo en la mía, no veo razón alguna para tener miedo”.
Está dicho todo.
Y,gracias por tu misericordia que rompe todo esquema humano. Y gracias por el hecho del Papa Francisco.

Amén. Amén.

EL CUENTO DE LA FUENTE DE LA PLACITA

EL CUENTO DE LA FUENTE DE LA PLACITA
P. Daniel Albarran



Érase una vez una plaza grande que tenía una placita chiquita. Al frente de la plaza grande había una Iglesia. Y la placita estaba en un lado de la Iglesia. En el lado izquierdo.

Se decía que la placita había sido muy bonita, y que había tenido una fuente de agua que bañaba la imagen de una Virgen del Rosario que estaba en la parte más alta del diseño de la estructura de cemento.

La placita y la fuente y la imagen de la Virgen del Rosario, últimamente estaban casi en el abandono. Y todo hacia pensar que sus tiempos bonitos pertenecían al pasado. Todos pasaban y casi ni se percataban que en ese lugar había habido una placita, una fuente y todo eso. Sin embrago, ahi estaban y habian estado siempre desde un comienzo.

Ju y Mo habían querido rescatar su belleza, y una vez sembraron unas matas ornamentales alrededor, e igual, unos pinos. Era cuando Ju y Mo habian estado contentos. Así duraron poco tiempo, y las matas se sacaron, por falta de cuido. También tuvieron la misma suerte los pinos. Y la placita siguió semiabandonada.

Algunas veces cuando la hierba crecía se buscaba a una persona para que viniera a desmalezar la placita. Se pagaba por ese servicio.

Un buen día vino Vi con su esposa. Ellos siempre pasaban y veían la placita. Pero ese día se dijeron: -- vamos a rescatar nuestra placita. Y juntando a unos vecinos y amigos hicieron la propuesta de dar dinero y buscar a un trabajador para que hiciera el trabajo de poner bonita la placita, la fuente, y todo el conjunto de la placita.

Así lo hicieron.

Vino el trabajador. Y con él vinieron dos trabjadores más. Cortaron el monte. Removieron la tierra. Colocaron tubos para el agua. Limpiaron todo el cemento. Pintaron de color azul una parte, de color verde y amarillo otra parte, de color marrón otra. Y pintaron y embellecieron la imagen de la Virgen del Rosario. Sembraron matas alrededor de la fuente. Pusieron matas bonitas.

Entonces las gentes empezaron a ver otra vez que al lado de la Iglesia, que queda al frente de la plaza grande había una placita, que tiene una fuente y tiene agua. Siempre la había habido porque siempre ahi había estado. En el lado izquierdo de la Iglesia.

Los niños empezaron a ir a la placita, porque la placita tenía una fuente de agua. Empezaron a ir a jugar con el agua de la fuente. Los pajaritos empezaron a ir a la fuente a tomar agua. Y la gente grande empezó a tomar fotografías de la placita, para guardar el recuerdo de lo bonito de la fuente, de la placita y de las matas y de todo.

Y el trabajador empezó a ir todos los días a cuidar de la placita, porque, ahora era desde ya su placita, y le ponía agua a las matas, y recogía la basura. Y tenía bonito la placita y todo eso.

Vi y su esposa estaban muy contentos.
Ju y Mo se volvieron a contentar.

Y...colorín Colorado...este cuento se ha acabado. 
Fin.

EL CUENTO DE LA MATA DE MANGO

EL CUENTO DE LA MATA DE MANGO
(P. Daniel Albarran)



Érase una vez una mata de mango, muy grande y frondosa, sus mangos eran muy sabrosos. La mata de mango quedaba en el patio de la casa de señor Ramón.

La casa del señor Ramón quedaba cerca de la escuela del pueblo, y los muchachos que regresaban de la escuela, cerca del mediodía, se subían a la mata a tumbar mangos.

Los muchachos siempre se subían a la mata sin pedir permiso.

Un día el señor Ramón, viendo que a su mata se le habian roto unas ramas, hablo con los muchachos y les dijo, que todos los días antes de subir a la mata, le pidieran autorización . Que él le daba permiso, pero que cada vez, le preguntaran.

Entonces, los muchachos empezaron a pedir permiso para subir a la mata y bajar mangos. Un día y otro día pedían permiso y siempre comían mangos.

Un día, el señor Ramón, les dijo que ese día nos les daba permiso. Los muchachos se fueron, menos el que había ido a hablar con el señor Ramón, y que había dicho que ok, que estaba bien; pero en desobediencia al "no" del señor Ramón, igual, se subió a la mata.

El señor Ramón se fue a hablar con aquel muchacho desobediente, y le dijo que tenía que ser muchacho de palabra, pues habían quedado en que ese día no tumbarian mangos, y que él mismo había aceptado y dicho que ok.

El muchacho tenía un mango en la mano, y a la pregunta del señor Ramón, si tenía mangos en su maletín escolar, el muchacho dijo que no. El muchacho estaba diciendo mentiras, porque si tenía mangos y estaba casi lleno el maletín.

El señor Ramón le dijo, entonces, que además, estaba siendo mentiroso. Y le pidió que le entregara todos los mangos que tenía escondidos en el maletín. Y que por la mentira y su falta de palabra, por eso, le quitaba los mangos.

Y el muchacho se fue, y señor Ramón se metió a la casa. Pero el muchacho tenía mucha rabia y estaba muy molesto, y enseguida, comenzó a tirar piedras grandes a la puerta de la casa de señor Ramón, para romper la puerta por la misma rabia que tenía.

Y, el señor Ramón se puso muy triste al ver lo que habia hecho el muchacho. Y, de inmediato, se dijo: "estos muchachos... estos muchachos..." y empezó a recoger las piedras que le habían roto la puerta. Y se puso, también, a remendar la puerta porque la puerta se había roto con los golpes de las piedras y la puerta estaba dañada y no cerraba y no abría bien, porque las piedras habían roto la puerta.

Colorín...Colorado. ..este cuento se ha acabado.

Fin.

EL CUENTO DE LA PERRITA QUE SE LLAMABA PERLA MARGARITA

EL CUENTO DE LA PERRITA QUE SE LLAMABA PERLA MARGARITA.
P. Daniel Albarrán


        Érase una vez una perrita de color blanco. 
       Era muy corretona y ladraba por todo. Era también muy juguetona. Todos los de la casa se alegraban de verla correr de la sala al comedor, y de aquí para allá. Y buscaban la manera de jugar con ella. Le tiraban el juguete de plástico para que fuera a buscarlo. Perla Margarita iba corriendo y traía en su boca el juguete para que lo volvieran a tirar e ir tras él en una velocidad que provocaba la risotada.

Perla Margarita tenía con todos y cada uno de los de la casa un comportamiento distinto. Y eso hacía que todos la quisieran mucho. Ella había logrado ser el centro de atención de aquella familia. A la señora de la casa le obedecía en todo con un gran respeto. La señora la regañaba por cualquier cosa que ameritara una llamada de atención, entonces Perla Margarita se iba a la sala y se metía debajo del mueble en actitud de regañada. Y hasta que la señora no la volviera a llamar por su nombre, Perla Margarita no salía de donde se metía; después se iba directamente a la presencia de la señora y se la quedaba mirando a la cara, como esperando que le dijera algo reconciliador y aprobatorio. Parecía que Perla Margarita, fuera una gente grande. Era enternecedor aquella actitud y comportamiento de Perla Margarita.

Entonces, volvía a ponerse juguetona y corredora. Volvía a ladrar. Y la alegría volvía a invadir la casa de aquella familia. Y volvía a morder juguetonamente con todos. A uno le mordía la bota del pantalón, a otro le llevaba el juguete de plástico, a otro esto o aquello, y Perla Margarita volvía a ser Perlita Margarita.

Colorín. ..Colorado...Este cuento se ha acabado.

EL CUENTO DEL POLICÍA QUE DIO MUERTE AL MUCHACHO DESCONOCIDO

EL CUENTO DEL POLICÍA QUE DIO MUERTE AL MUCHACHO DESCONOCIDO
P. Daniel Albarrán

       Érase una vez un policía. Tenía que obedecer las órdenes de sus superiores a como diera lugar, so pena de ser expulsado de la institución donde trabajaba. Entonces se quedaría sin trabajo, y su familia, especialmente sus hijos no tendrían qué comer.

El caso es que un día en una situación de sabotaje y de disturbios sociales de alto calibre, el policía no dudó nunca en cumplir a cabalidad las órdenes de mantener la tranquilidad y de someter a todo posible revoltoso.

En parte, esa era la orden, la de mantener el orden. Y, en parte, esa era la ocasión de calibrar su propia calidad humana en aras de la obediencia costara lo que costara. Sería la oportunidad de la lucha del hombre y la bestia, para vencer el que más vivía en su corazón.

No dudó, entonces, en lo más mínimo y cumplió lo ordenado, poniendo en ello un poco más de suyo que de lo ordenado. Y sesgó la vida de un muchacho de 21 años de edad que se hallaba en esos criterios de protesta y alboroto de calle.

Cuentan los que vieron los vídeos donde quedó registrado todo lo sucedido, la manera y saña del policía en contra del muchacho, objetivo de su puntería.

Y, por tener el mismo apellido, algunos aseguraban que eran familia.

Ese mismo día la gente que sabía dónde vivía el policía fue a buscarlo para tomar justicia por sus manos. El policía huyó y con él toda su familia.

La gente lo seguía buscando. Él con su familia seguía huyendo, protegido por los jefes que lo encubrían.
Colorín Colorado. ..este cuento se ha acabado.

Fín.

EL CUENTO DEL MUCHACHO DESCONOCIDO

EL CUENTO DEL MUCHACHO DESCONOCIDO
P. Daniel Albarran

   Érase una vez un muchacho que tenía 21 años. Era hermoso porque a esa edad se es hermoso. La juventud es bella en sí misma. Y él por ser joven ya era hermoso. Dicen que la juventud es un precioso tesoro.

El muchacho era desconocido. Se ganaba la vida haciendo de empacador de bolsas en un supermercado de la ciudad. Y no llamaba la atención en nada, sólo por el hecho de realizar esa actividad. Algunas veces era maltratado y humillado, pues, muchos de los que realizan esos oficios son vistos con desconsideración. Él sufría esa calificación y también maltratos.

Un día, el muchacho fue malherido en un actividad de calle de protestas en contra del gobierno opresor, y se vio muy comprometida su vida, que luchaba entre la vida y la muerte. Y su estado de Salud se vio en condiciones muy precarias.

A los dos días de esos sucesos, el muchacho murió. Y, entonces, todas las gentes hablaban de él. Algunos decían haberlo conocido. Otros, apenas lo conocían por esos acontecimientos trágicos. Y empezó a hacerse famoso. Algunos empezaron a recordar que trabajaba en el supermercado donde trabajaba. Y todos lloraban. Y todos empezaron a quererlo. Se creó en torno suyo una simpatía post mortem.

Y su nombre y figura empezaron a hacerse emblemáticas.

Muchos fueron a su entierro y a darle el adiós último en señal de obligatoria amistad, aún sin haberlo tratado alguna vez. Aquello fue hermoso. Todos gritaban consignas de libertad-libertad y aplaudían, mientras su cuerpo salía en hombros de la multitud enardecida.

Era hermoso.
Fue bonito y emotivo aquel gesto.
La mamá del muchacho lloraba sin ningún tipo de consuelo humano. Era terrible para ella.
Y algunos querían volverse famosos.
Y...colorín....Colorado...este cuento se ha acabado.

Fín.