UN CUENTO SOBRE PARÁBOLAS
P. Daniel Albarrán
Érase una vez...
Jesús hablaba
en parábolas,
dicen los Evangelios.
Y, llama
la atención,
que
Jesús dice,
que el Reino de los cielos
"se parece".
Y, entonces,
cuenta
a lo que se parece.
Y, se parece a:
-- un sembrador
-- una semilla de mostaza
-- un pescador
-- un pastor de ovejas
-- un viñedo
-- un viñador
-- la levadura
-- un padre de dos hijos (dos veces aparece la idea: el pródigo, y el otro que hizo lo que el papá había mandado hacer).
-- y otros...
Lo interesante es,
que,
no dice,
que El Reino
de los cielos,
"es";
sino, que
"se parece".
-- ¿Por qué esa diferencia
-- y esa calificación?
Tal vez,
porque
si fuera
"es",
cierra y encasilla.
Tal vez,
porque,
al parecerse,
es a
"algo así",
pero,
así,
no es.
Simplemente,
se parece.
Y, en
el Evangelio de hoy:
El Reino de los cielos
se parece a:
-- una joya en el campo
-- los peces que saca una red
-- una perla fina
Y, al final, a
-- un escriba que saca de la enseñanza cosas nuevas de las ya habidas, y vuelve a sacar nuevas y nuevas.
Y, Jesús,
hablaba
en parábolas.
Todo en parábolas.
-- Señor:
-- dame la experiencia
-- de vida en la vida
-- del "se parece"
-- implícito en el Reino de los cielos:
-- que no es,
-- sino que se parece
-- y dame la apertura
-- de vivir en esa línea
-- que me llevará
-- a constantes momentos místicos
-- de estar experimentando novedades
-- aún de lo que parece ya sabido.
-- Y, que, cuando
-- me cierre en la postura afirmativo de "es",
-- vuelva a recordar
-- que "no es";
-- sino que "se parece".
Amén.
Y, colorín-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.
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