UN CUENTO DE PUEBLO
P. Daniel Albarrán
Érase una vez...
Año 2021.
A nivel de Iglesia,
las cosas
sufrían un cambio.
Antes:
cómodos en nuestra rutina.
Ahora:
sorprendidos por la novedad.
Y, todo,
desde el coronavirus
y la pandemia.
Antes:
todo seguro
y a pedir de boca:
las cosas eran.
Ahora:
nos movieron el piso.
Y, con ello,
a nivel de Iglesia,
muy positivo,
pues nos vuelve
a nuestras raíces
al recordarnos
que
somos pueblo
que peregrina.
Nos lo había dicho,
proféticamente,
el Concilio Vaticano II,
en la Lumen Gentium:
pueblo que
peregrina a la casa del Padre.
Y, eso mismo
nos hace recordar
nuestros orígenes:
pueblo nómada,
que no tenía
confort
ni seguridad,
porque era caminante.
Tal vez,
esta misma situación
de pandemia
nos lleve
a comprender
que hay que volver
a las fuentes,
al comienzo,
al principio,
a la esencia.
Tal vez,
estábamos instalados
y seguros.
Más bien,
cómodos.
Muy satisfechos
de nosotros mismos,
como Iglesia,
regodeándonos
de ritos y rituales
en la misma liturgia.
Tal vez,
estábamos apoltronados,
en mucho
de coloridos...
Y, se nos
había olvidado
que somos
"pueblo que camina",
y que no se puede
aferrar
ni a usos
ni a cosas de ayer,
porque el camino
es camino,
y a nada
hay que aferrarse.
Tal vez,
muy ocupados
en futilidades.
Y, ahora,
nos toca
celebrar la misa
en soledad de gente.
Tal vez,
antes era mucha gente.
Y, ese podría
ser el talón de Aquiles.
Ahora,
sin gente.
Y, aquí,
podría estar todo de todo:
¿Se puede celebrar misa sin gente?
Esta es la crisis.
Y a esto
estamos volviendo.
¿Es para desgarrar las vestiduras?
De hecho,
hay gente
que no entiende
que se puede
celebrar la misa
sin gente.
Y, los tiempos
nos están llevando a ello.
Y, no solamente
con la misa.
La gente
se ha reunido
en su casa
y oran,
hasta el VIACRUCIS
han realizado.
Tendríamos
que volver
a los tiempos
de las catacumbas
cuando celebraban
la misa
en aquellas realidades.
No es nuestro caso.
No estamos
en tiempos
de persecución.
En todo caso,
¿No será el tiempo
de volver a la auténtica
espiritualidad teológica
del auténtico sentido
de la Eucaristía,
en la que vuelva
a aparecer
el más auténtico sentido
de Salvación,
y santificación del mundo,
para lo que fue
constituida?
Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin
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