domingo, 28 de marzo de 2021

UN CUENTO DE PUEBLO

 UN CUENTO DE PUEBLO


P. Daniel Albarrán



Érase una vez...


Año 2021.


A nivel de Iglesia,


las cosas


sufrían un cambio.


Antes:


cómodos en nuestra rutina.


Ahora: 


sorprendidos por la novedad.


Y, todo,


desde el coronavirus


y la pandemia.


Antes:


todo seguro


y a pedir de boca:


las cosas eran.


Ahora:


nos movieron el piso.


Y, con ello,


a nivel de Iglesia,


muy positivo,


pues nos vuelve


a nuestras raíces


al recordarnos


que 


somos pueblo


que peregrina.


Nos lo había dicho,


proféticamente,


el Concilio Vaticano II,


en la Lumen Gentium:


pueblo que


peregrina a la casa del Padre.


Y, eso mismo


nos hace recordar


nuestros orígenes:


pueblo nómada,


que no tenía


confort


ni seguridad,


porque era caminante.


Tal vez,


esta misma situación


de pandemia


nos lleve


a comprender


que hay que volver


a las fuentes,


al comienzo,


al principio,


a la esencia.


Tal vez,


estábamos instalados


y seguros.


Más bien,


cómodos.


Muy satisfechos


de nosotros mismos,


como Iglesia,


regodeándonos


de ritos y rituales


en la misma liturgia.


Tal vez,


estábamos apoltronados,


en mucho


de coloridos...


Y, se nos 


había olvidado


que somos


"pueblo que camina",


y que no se puede


aferrar


ni a usos


ni a cosas de ayer,


porque el camino


es camino,


y a nada


hay que aferrarse.


Tal vez,


muy ocupados


en futilidades.


Y, ahora,


nos toca


celebrar la misa


en soledad de gente.


Tal vez,


antes era mucha gente.


Y, ese podría


ser el talón de Aquiles.


Ahora,


sin gente.


Y, aquí,


podría estar todo de todo:


¿Se puede celebrar misa sin gente?


Esta es la crisis.


Y a esto 


estamos volviendo.


¿Es para desgarrar las vestiduras?


De hecho,


hay gente


que no entiende


que se puede


celebrar la misa


sin gente.


Y, los tiempos


nos están llevando a ello.


Y, no solamente


con la misa.


La gente


se ha reunido


en su casa


y oran,


hasta el VIACRUCIS


han realizado.


Tendríamos


que volver


a los tiempos


de las catacumbas


cuando celebraban


la misa 


en aquellas realidades.


No es nuestro caso.


No estamos


en tiempos


de persecución.


En todo caso,


¿No será el tiempo


de volver a la auténtica


espiritualidad teológica


del auténtico sentido


de la Eucaristía, 


en la que vuelva


a aparecer


el más auténtico sentido


de Salvación,


y santificación del mundo,


para lo que fue


constituida?


Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.


Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario