EL CUENTO DE LO QUE HACÍA UNA SEÑORA CUANDO LA CHISMOSA DEL PUEBLO IBA A SU CASA
P. Daniel Albarran
Érase una vez una señora muy sabía en un pueblo.
Y había, también, una señora que iba de casa en casa llevando chismes y rumores, al estilo de Macondo, pueblo de la imaginación de un escritor.
Había familias que esperaban todos los días a la señora que llevaba y traía los chismes. Así como llevaba a esta casa, llevaba de esa casa, y así te todas llevaba y de todas tomaba para su repertorio cada vez más aumentado. Siempre era después de misa, pues también el señor párroco era parte de lo que tenía que repartir en la ingesta de noticias.
Las gentes gozaban morbosamente lo que esta señora decía de las otras familias, aún a sabiendas de que también de donde estaba hablaría en la siguiente casa.
La señora sabía del pueblo, apenas llegaba la mujer de los chismes a su casa, le servía un plato bien resuelto de comida y una buena taza de café recién hecho. Y le decía:
-- Coma bien. Usted necesita mucha fuerza para hacer su trabajo. Coma.
Y no dejaba que le contara absolutamente nada. Y, en esa casa, la de la mujer sabía, no se enteraban de nada porque ella le pedía con autoridad que no le contara nada de nada.
Y la mujer sabía vivía tranquila y en paz y quería a todo el mundo, aún cuando de ella también se hablara por el buen trabajo de la otra. Y su cara reflejaba serenidad y se veía bonita. No así con la otra señora...
Y, colorin-colorado; este cuento se ha acabado.
Fin.